Mauricio Merino opina que mientras la lucha contra la corrupción se siga confundiendo con la impunidad, Seguirá tropezando con los nombres propios y produciendo descalabros. Esta vez, le tocó el turno a Manuel Bartlett. La corrupción será invencible, En tanto no se entienda como un fenómeno, sino como un delito. Es decir, no basta con que Bartlett se haya portado bien durante el primer año del sexenio para quedar a salvo, que haya quedado impune no equivale a ignorar las causas que le permitieron acumular sus recursos.
Carlos Urzúa considera que la injusta contención salarial que se dio durante el porfiriato no ha sido la única. Durante los años 90 del siglo pasado y las dos primeras décadas de este siglo sucedió algo similar. En 1994, el salario mínimo equivaldría a unos 97.3 Pesos. No fue hasta este 2019 que el salario mínimo rebasó al fin el monto de ese año. Bien por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y por las cámaras empresariales.
En su Plata O Plomo, Alejandro Hope, cuenta que el viernes pasado el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública dio a conocer las cifras de incidencia delictiva correspondientes al mes de noviembre y con base a ello, Alejandro Hope realiza un Análisis?Asegura que estamos cerrando un año muy violento con un promedio de 100 víctimas de homicidio doloso al día.
Jorge Zepeda Patterson opina que muchos mexicanos no están convencidos de que los colaboradores del Presidente, quien está convencido de que la corrupción ya desapareció en las altas esferas del gobierno, practiquen la nueva moralidad franciscana. López Obrador no conseguirá convencernos de que la impunidad ha terminado hasta que uno de los cercanos de la 4T caiga y se demuestre que el presidente es capaz de cercenarse un dedo en aras de la honestidad.
En su política zoom, Ricardo Raphael, considera que los datos estadísticos muestran que la población más susceptible a quitarse la vida es precisamente aquella que se halla escolarizada. Las tasas de suicidio en México rondan un 275%, En adolescentes y adultos jóvenes que tienen edades entre 15 y 29 años. Ante dicha cifra, cabe preguntarse si no está más normalizada la violencia dentro de la escuela que al interior de los centros del trabajo.