Los ataques con ácido son una modalidad de agresión violenta, definida como el acto de arrojar ácido en el cuerpo de una persona con la intención de desfigurarla, mutilarla, torturarla o asesinarla. Los tipos de ácido más comunes en estos ataques son el ácido sulfúrico, el ácido nítrico y el ácido clorhídrico, este último fácilmente accesible como producto de limpieza en muchos países. En México, los casos aumentan cada vez más.
El caso más reciente fue el de la saxofonista María Elena Ríos quien fue atacada con ácido desde septiembre pasado, con quemaduras hasta en el 90 por ciento de su cuerpo fue trasladada a la Ciudad de México, mientras se debate entre la vida y la muerte. Familiares de la víctima denuncian que han sido amenazados por el autor intelectual del crimen, incluso, dentro del hospital donde la artista era atendida.
La joven de 26 años tenía un futuro prometedor en la música; hace tres meses un sujeto entró a su casa y según sus propias palabras, truncó sus sueños; la familia acusa que el autor intelectual del ataque es un exdiputado con quien María Elena terminó una relación por violencia. Pese a que el gobernador de la entidad, Alejandro Murat prometió que no habrá impunidad, el agresor no ha sido detenido ni cuenta con una orden de aprehensión.
La familia de la artista oaxaqueña exige justicia y ha pedido seguridad al Presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que dicen el agresor las ha amenazado de muerte.
Silvia, hermana de María Elena, comentó para Meganotiicas TVC, que la saxofonista necesita reconstrucción de párpados, nariz, boca, cuello, brazos, pecho y piernas. "Es la segunda vez que le hacen injertos de su misma piel y cada vez las piernas están más dañadas y ni siquiera saben de dónde quitarle más piel", relató.
La fiscalía General del estado de Oaxaca investiga la agresión como un delito de "lesiones", ya que en dicho estado no está tipificado de manera especial el delito de ataque con ácido.
Los agresores suelen arrojar el ácido al rostro de sus víctimas, causando graves lesiones al fundir la piel y exponer los huesos, que en ocasiones llegan a disolverse. Algunas de las víctimas también pierden la visión de uno o de los dos ojos. Además de las secuelas físicas permanentes que afectan su imagen, las víctimas usualmente quedan traumatizadas psicológicamente de por vida, sufren aislamiento familiar y social, y su estatus económico se ve afectado por las discapacidades producidas por el ataque y las pérdidas económicas derivadas de largos tratamientos médico-quirúrgicos y procesos judiciales.
El pasado 22 de noviembre, el Congreso de la Ciudad de México aprobó modificaciones al artículo 130 de su código penal, las cuales sancionan los ataques con ácido con penas que van de los nueve a los 12 años de prisión.
Los ataques con ácido en México no tienen cifras oficiales, aunque cada vez es más frecuente este tipo de agresiones.