La cifra de fallecidos por el devastador terremoto en Birmania ascendió a más de 2,000 este lunes, mientras que los heridos superan los 3,900, según datos oficiales y de la oposición prodemocrática.
El sismo de magnitud 7.7 sacudió el centro-norte del país el pasado viernes, dejando un rastro de destrucción y crisis humanitaria.
El portavoz de la junta militar, Zaw Min Tun, confirmó que el número de muertos alcanzó los 2,056, mientras que el Gobierno de Unidad Nacional (NUG, por sus siglas en inglés), que se opone al régimen castrense, elevó la cifra a 2,418 y advirtió que muchas personas siguen desaparecidas.
Equipos de rescate internacionales han llegado a algunas de las zonas afectadas, como Naipyidó y Mandalay, pero la oposición señala que muchas áreas destruidas aún requieren asistencia. "La falta de electricidad, internet, transporte y seguridad complica la respuesta en los lugares más golpeados", señaló el NUG en un boletín.
A esta crisis se suma el riesgo de lluvias, que podría agravar la emergencia para miles de personas que han perdido sus hogares y duermen a la intemperie. Además, la ONU alertó que los hospitales están colapsados y pidió que no haya restricciones para el envío de ayuda humanitaria.
Medios locales, como el portal Mizzima, reportan que la cifra real de fallecidos podría superar los 3,000, mientras que organizaciones internacionales denuncian que la respuesta del gobierno militar ha sido insuficiente.
El terremoto ocurre en un contexto de crisis política y económica tras el golpe de Estado de 2021, lo que dificulta aún más la distribución de ayuda. Mientras la oposición declaró una tregua de dos semanas, denunció que la junta militar ha realizado al menos 11 bombardeos desde el desastre.
La comunidad internacional sigue presionando para que Birmania permita la llegada de más apoyo humanitario y garantice la seguridad de los damnificados en medio del conflicto que enfrenta el país.