El jefe del poder judicial de Irán amenazó el domingo con no mostrar "ninguna clemencia" con los manifestantes, tras nueve días de protestas en todo el país por la muerte de una joven bajo la custodia de la policía de la moral, que han cobrado la vida de más de 40 personas.
Se trata de las mayores protestas en Irán desde las de noviembre de 2019 contra el aumento del precio de la gasolina y que fueron severamente reprimidas (230 muertos según un balance oficial, más de 300 según Amnistía Internacional).
El presidente ultraconservador Ebrahim Raisi había tachado el sábado las manifestaciones de "disturbios" y pedido "a las autoridades competentes que actúen con firmeza contra los que atentan contra la seguridad y la paz del país y del pueblo".
Las autoridades niegan cualquier implicación en la muerte de la joven Mahsa Amini, de 22 años, pero desde el 16 de septiembre, día de su fallecimiento, iraníes indignados salen cada noche a manifestarse.
Según un balance oficial, 41 personas han muerto, incluyendo manifestantes y policías, aunque la ONG Iran Human Rights (IHR), con sede en Oslo, ha contado al menos 54 fallecidos en la represión de las protestas.