La polémica reforma eléctrica del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha causado malestar en Estados Unidos y Canadá, países con los que México inauguró el año pasado una nueva etapa de cooperación mediante el acuerdo comercial T-MEC.
A propuesta del presidente, el Congreso mexicano aprobó una reforma que prioriza la generadora pública Comisión Federal de Electricidad (CFE) en detrimento de las empresas privadas nacionales y extranjeras de energías limpias.
Si bien un juez federal suspendió el viernes indefinidamente la reforma ante un alud de amparos de compañías privadas, López Obrador ha prometido dar la batalla judicial hasta el final e incluso reformar la Constitución si es necesario.
EL T-MEC, EN ENTREDICHO
Ello ha provocado inquietud en los Gobiernos y empresas energéticas de Estados Unidos y Canadá, pues, a su parecer, México se encamina hacia un monopolio eléctrico que vulneraría el acuerdo de libre comercio.
"Esta reforma vulnera dos grandes capítulos del T-MEC. El 14, que se refiere a la inversión, y el 22, que se refiere a la gestión de empresas del Estado", dijo este domingo a Efe José Ignacio Martínez, coordinador del Laboratorio de Análisis de Comercio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Ante esto, el experto advirtió que el tratado prevé que los Gobiernos puedan convocar paneles para dirimir controversias en caso de detectar "un trato discriminatorio, en este caso por dar preferencia a una empresa del Estado".
Pero López Obrador, quien ha prometido revitalizar las energéticas públicas CFE y Pemex, sostiene que su reforma no vulnera el tratado de libre comercio.
En varias ocasiones ha recordado que como presidente electo bloqueó en 2018 la negociación del T-MEC, entonces liderada por su antecesor Enrique Peña Nieto, hasta que se retiró del acuerdo todo un capítulo sobre energía.
Por ello defiende la legitimidad de la reforma, que impone suministrar primero la energía de las plantas viejas y de combustibles fósiles de la CFE sobre las centrales privadas de renovables y de ciclo combinado.
También ordena revisar de forma retroactiva los contratos previos del Gobierno con productores independientes de energía, además de cambiar las reglas de los Certificados de Energía Limpia (CEL) para darlos a plantas viejas de la CFE.
INQUIETUD EN LAS EMPRESAS
La reforma "no es consistente con los compromisos asumidos por México en el marco del T-MEC al no reconocer derechos adquiridos y el otorgamiento de los contratos bajo el marco legal vigente", advirtió en un comunicado la Cámara de Comercio de Estados Unidos en México.
Esta agrupación de más de 1.400 empresas estadounidenses que operan en territorio mexicano advirtió que se "atenta contra la libertad de competencia" y afecta a la "integración energética de Norteamérica".
Lejos de tender la mano a las empresas en este asunto, López Obrador criticó directamente el viernes a la estadounidense Walmart y a la mexicana Bimbo por pagar menos por la electricidad que lo que pagan las familias mexicanas, y aseguró que su reforma revertirá eso.
"Hay una preocupación de nuestras empresas norteamericanas de que la reforma viola el T-MEC y algunas se han estado contemplando llevarlo a tribunales", explicó a Efe el empresario estadounidense Larry Rubin, presidente de la American Society of Mexico.
Rubin advirtió que muchas empresas tienen "una agenda verde" y que la reforma energética, que relega las energías limpias, ahuyentará sus inversiones.
Entre 2015 y 2018, año de toma de posesión de López Obrador, el 15 % de la inversión extranjera directa fue a parar al sector energético.
Por ello, la reforma supone "mucho riesgo de mermar el crecimiento de la economía" que al año pasado cayó un 8,2 % por la pandemia, explicó a Efe la directora de análisis de Banco Base, Gabriela Siller.
De momento son mínimas las fricciones públicas entre los Gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá, si bien están a la expectativa de lo que suceda en los tribunales mexicanos con la reforma.
(EFE)