Hace unos días un tuit alertó a Mariana, Ximena y María José Cuevas del remate del acervo bibliográfico que con pasión y entrega había reunido en vida su padre, el artista plástico José Luis Cuevas.
"Lo que uno encuentra por 25 pesos afuera de mi trabajo", publicó Rodrigo Flores Sánchez (@mironesdepalo), acompañado de una imagen en la que se muestra la primera página del libro "El Atentado", con una dedicatoria de Jorge Ibargüengoitia para el pintor.
De inmediato las muestras de apoyo a través de mensajes hacia las hijas del pintor y escritor comenzaron a fluir en las redes sociales. La indignación por la desarticulación del acervo tocó incluso el corazón de actrices como Adriana Barraza, Patricia Reyes Spíndola y Carmen Beato, por mencionar algunas.
Expertos como Eduardo César Cabrera Núñez, quien por 14 años fue el bibliotecario, archivista y biógrafo de José Luis Cuevas, consideraron que al desarticular una colección, ésta pierde por completo su valor cultural e histórico.
Indignado por el hecho, Cabrera Núñez sostuvo que con esta acción se pierde un importante legado que era para México. "La idea de José Luis era que su acervo sirviera de consulta. Él era un hombre de obsesiones y una de ellas era que este material se conservara para consulta del público, críticos, periodistas, para quien quisiera", anotó.
En el libro de la inauguración del Museo que lleva su nombre, José Luis Cuevas escribió: "Nunca adquirí obras con la intención de especular con ellas ni para que permanecieran enclaustradas en mi casa para ser vistas sólo por aquellos que tuvieran acceso a mi privacidad.
"Las colecciones de los artistas plásticos acaban siendo públicas. Hay ejemplos no solo en México sino en el resto del mundo. Al casarme con Bertha, ella supo que lo que iba acumulándose sería algún día patrimonio nacional. Ni en los momentos de penuria se nos ocurrió vender nuestras posesiones artísticas. Mis hijas Mariana, Ximena y María José, al crecer, compartieron con nosotros esta intención", se lee.
A decir del bibliotecario, el acervo de Cuevas era, en su conjunto, un tesoro invaluable, porque tenía diccionarios, enciclopedias, libros de cine, arte, literatura, rarezas, y cuidaba mucho que estuviera debidamente identificado.
En entrevista con Notimex, Cabrera confirmó que el escultor e ilustrador mexicano sellaba con su nombre cada ejemplar que conformaba su biblioteca. "Todo libro que pasara a pertenecer a su acervo tenía sellos, algo muy característico era que lo ponía generalmente en la página en blanco", apuntó.
Entregan el lote de libros a cuatro mil pesos
El señor Ricardo Galicia lleva 40 años vendiendo libros de viejo y compartió que hace apenas un par de semanas un conocido que le surte material llegó con un triciclo repleto y le pidió cuatro mil pesos por el lote.
"Ya le sé a esto y pues las cajas traen de todo y sí salen, poco a poco, pero sí se venden, y me deja que le vaya pagando de poco en poco", dijo a Notimex sorprendido porque no éramos los primeros que le preguntábamos sobre cómo había conseguido esos libros.
Y es que días antes, las hermanas Ximena y María José Cuevas habían ido a visitarlo. Según cuenta Don Ricardo, llegaron y comenzaron a levantar varios libros. "Solo abrían la portada, juntaron un bonche y le preguntaron a mi ayudante a cuánto los daba (...) sacaron su cartera y pagaron lo que les dijimos".
Recuerda que se sorprendió porque sin reparo alguno sacaron su cartera y pagaron. "Una de ellas me abrazó dos veces y me dijo: Muchas gracias. Sabe, José Luis Cuevas era mi papá", compartió Ricardo Galicia mientras miraba sus libros sobre el suelo.
Este es el negocio que más frutos le ha traído luego que la venta de periódicos ya no le resultara rentable y asegura que quien se los distribuye es un joven que los trae de las casas ricas del Pedregal.
"He tenido libros con más de 100 años de antigüedad y la gente me dice: Usted vende buenos libros. La gente sabe lo que es bueno y se los llevan", mencionó con gran entusiasmo y una sonrisa pícara.
Don Ricardo, de avanzada edad procura agacharse lo menos posible, por eso tiene a su lado a un ayudante. Sin embargo, al ser su negocio es él quien llega primero para poner su lona sobre el suelo y así evitar que los libros se maltraten más.
"Llego a las cinco de la mañana y levanto como las cuatro y media o cinco de la tarde", compartió Don Ricardo, quien lee uno que otro de los libros que vende. Sobre todo los relacionados con Dios.
Tanto Ximena como María José Cuevas escribieron en sus redes sociales que si bien habían intentado recuperar la mayor parte de los libros de la biblioteca de su padre, habían dejado en aquel puesto algunos para el disfrute de otros lectores.
"Me consuela pensar que de menos esos libros no se están empolvando (...) ahora están viajando, cayendo en manos de personas que los sabrán apreciar. Que sepan que tienen un cachito de una historia extraordinaria y de muchos años de ir formando con amor una biblioteca", escribió María José Cuevas en su perfil de Facebook.
Y Notimex constató que en aquel puesto de libros de viejo aún hay títulos con el sello de José Luis Cuevas. Su precio es una ganga, cuestan de 25 a 35 pesos dependiendo el tamaño y las ilustraciones que traigan.
¿Pero de dónde provienen esos libros?
A decir del bibliotecario Eduardo César Cabrera Núñez, estos ejemplares pueden haber salido de la casa familiar ubicada en la calle de Galeana 109, en San Ángel, que fue diseñada en 1968 por los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, y que hace algunos años fue remodelada.
"Infinidad de veces estuve en su estudio de la calle Galeana. De ese espacio salió el pie de acervo que constituyó la biblioteca del Museo José Luis Cuevas, que dicho sea de paso también ha sido desmantelada por la viuda del artista", refirió Cabrera Núñez.
Según recuerda el archivista, en ese estudio también se resguardaba el acervo sonoro que reunió Cuevas, así como una carta firmada por Maximiliano de Habsburgo, la cual estaba enmarcada.
La voluntad de José Luis Cuevas, recordó el entrevistado, era que ese estudio se conservara tal cual para hacer algo similar a la Casa Estudio Diego Rivera. "Cuando yo iba no paraba de mirar hacia todos lados, era un mundo que ver (...) había libreros repletos, estaban recargados en las paredes, en muebles, por todos lados había objetos invaluables", apuntó.
Esta desarticulación al acervo de José Luis Cuevas viene de años atrás, incluso antes del fallecimiento del artista plástico, y pese a que sus hijas se acercaron a pedir apoyo a autoridades federales y locales de la pasada administración, éstas argumentaron "que no podían interferir porque se trataba de un conflicto familiar", de acuerdo con declaraciones de Ximena Cuevas.
Viuda de Cuevas dará en breve su versión
A través de Facebook, el artista plástico Agustín Portillo, amigo cercano a la viuda de José Luis Cuevas, Beatriz del Carmen Bazán, subió videos y fotos de la supuesta biblioteca de la casa-estudio Galeana 109.
No obstante, el bibliotecario Eduardo Cabrera Núñez aseguró que las imágenes que muestra Agustín Portillo corresponden a la biblioteca que existe en la casa del matrimonio Cuevas Bazán.
"También conocí esa biblioteca y ni en cantidad ni en calidad se compara con la biblioteca de la casa-estudio Galeana", agregó el experto, quien trabajó más de una década bajo las órdenes de José Luis Cuevas y convivió con él y su primera esposa, Bertha Riestra.