Odesa, una ciudad costera en el sur de Ucrania, ha sido testigo de una nueva táctica por parte de las fuerzas rusas en su campaña militar, marcada por el aumento de ataques con drones kamikaze.
En la noche del jueves al viernes, al menos 18 explosiones de gran magnitud sacudieron la ciudad, en lo que se considera el mayor ataque desde el inicio de la invasión rusa. Los drones, de fabricación iraní y modelo Shahed, descendieron desde el cielo sobre zonas densamente pobladas, dejando un saldo de varios incendios y daños en infraestructuras civiles.
Entre las áreas afectadas se encuentran un centro comercial, varias tiendas, un bloque de viviendas y un cementerio. Además, tres adolescentes resultaron heridos durante el ataque.
Las imágenes y testimonios de los residentes reflejan el terror vivido, como el de Anastasia Dolnik, una residente de 29 años que relató cómo el ataque ocurrió cerca de su casa. "Fue realmente aterrador. Es una zona muy densamente poblada, y fue un milagro que no alcanzara más casas o supermercados", comentó Dolnik.
El aumento de los ataques con drones es un cambio significativo en la estrategia de Rusia. Según Andri Kovalenko, funcionario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, la táctica empleada consiste en lanzar drones en grandes cantidades desde alturas de hasta 2 kilómetros.
Esta estrategia busca desbordar las defensas aéreas de Ucrania, sobrecargando los sistemas de guerra electrónica. Aunque muchos de los drones fueron derribados, el número de ataques hace que sea cada vez más difícil para Ucrania defenderse de ellos con los sistemas disponibles.
Desde el inicio de la invasión, los habitantes de Odesa se han acostumbrado a los ataques, pero este último ha sido especialmente impactante. Para los residentes, como Daria Stovbun, profesora de ucraniano, cada ataque se siente como "un puñetazo psicológico en las tripas", un recordatorio constante de la difícil situación que enfrentan.
La ciudad vive bajo la amenaza de los drones, mientras los ciudadanos intentan seguir con sus vidas, aunque muchos recurren a refugios subterráneos cuando el riesgo aumenta.
Rusia no parece interesada en cesar los ataques. A pesar de las conversaciones sobre un posible alto el fuego, los ataques aéreos continúan. La reciente intensificación de los ataques con drones se ha sumado a los ya registrados en otras ciudades de Ucrania, como Kropivnitski, donde 14 civiles fueron heridos en otro ataque con drones.
Esta persistencia en los ataques sugiere que el presidente ruso, Vladímir Putin, no está dispuesto a detenerse hasta lograr sus objetivos, desmentiendo cualquier posibilidad de un alto el fuego real, según las declaraciones de los ucranianos.
Los analistas militares y funcionarios ucranianos señalan que para enfrentar eficazmente estos ataques, Ucrania necesita más sistemas de defensa antiaéreos y herramientas de guerra electrónica. Sin estos recursos adicionales, la capacidad de respuesta del país es limitada frente a los constantes ataques aéreos. Como explicó Oleksandr Kovalenko, analista militar en Odesa, "Rusia está innovando para hacer más eficaz su terror", lo que pone de relieve la urgencia de fortalecer las capacidades de defensa de Ucrania.
Los ataques de este tipo no solo son una amenaza directa a la seguridad de los ucranianos, sino que también buscan generar terror y destrucción. El país se enfrenta a una estrategia de desgaste, donde la vida cotidiana de los ciudadanos se ve alterada por el constante miedo y las repercusiones de los ataques.
Los ucranianos, como Bodia Bodison, un soldado y escritor, concluyen que la única forma de poner fin a este sufrimiento es "destruir a los terroristas" y asegurarse de que la comunidad internacional reconozca la magnitud del problema.
Con información de EFE.