La muerte de un Papa marca el inicio de un periodo especial en la Iglesia Católica, lleno de tradición, rituales y normas que aseguran una transición ordenada hasta la elección de su sucesor
Este proceso, conocido como Sede Vacante (sede vacía), está regulado por documentos oficiales como la Constitución Apostólica (CA) y el libro litúrgico Ordo Exsequiarum Romani Pontificis. A continuación, explicaremos paso a paso qué ocurre en el Vaticano tras el fallecimiento de un Pontífice, desde la certificación de su muerte hasta los preparativos para elegir al nuevo Papa.
Cuando un Papa muere, la Iglesia entra en lo que se denomina Sede Vacante, un tiempo en el que no hay un Sumo Pontífice en funciones. Durante este periodo, rige el principio de nihil innovetur, que significa "que no se innove nada". Esto implica que no se pueden tomar decisiones importantes ni cambiar las reglas establecidas; todo queda en suspenso hasta que se elija al nuevo Papa. El gobierno de la Iglesia pasa a manos del Colegio de los Cardenales, pero su autoridad es limitada: sólo pueden ocuparse de asuntos ordinarios o urgentes y preparar lo necesario para la elección del sucesor, según lo establece el artículo 2 de la Constitución Apostólica.
El artículo 1 de la CA, deja claro que el Colegio de los Cardenales no tiene poder sobre las decisiones que eran exclusivas del Papa en vida, como cuestiones doctrinales o nombramientos importantes. Estas responsabilidades quedan reservadas exclusivamente para el futuro Pontífice. Así, el Vaticano entra en una especie de pausa administrativa, donde la prioridad es mantener la estabilidad mientras se organiza la sucesión.
El proceso formal tras la muerte de un Papa comienza con la certificación de su fallecimiento. Uno de los momentos más simbólicos es cuando el Cardenal Camarlengo, quien actúa como jefe de gabinete del Papa y líder durante la Sede Vacante, pronuncia las palabras Vere Papa mortuus est ("el Papa está realmente muerto"). Este rito tiene raíces históricas: en el pasado, el Camarlengo llamaba al Papa tres veces por su nombre de pila (el de bautismo) y, al no recibir respuesta, se confirmaba su muerte. Incluso se cuenta que se le daban tres golpes suaves en la cabeza con un martillo de plata, según la Enciclopedia Británica, aunque esta práctica ya no se usa.
Hoy en día, las cosas son más modernas y prácticas. Un médico realiza los exámenes necesarios para certificar el fallecimiento, y el anuncio del Camarlengo sigue siendo un acto ceremonial. Con las reformas introducidas por el Papa Francisco en abril de 2024, este ritual ya no se lleva a cabo en la habitación del fallecido, sino en su capilla privada, buscando mayor solemnidad y privacidad.
Una vez certificado el fallecimiento, el cuerpo del Papa se prepara para los ritos funerarios
Las modificaciones de Francisco respecto a este rito, han simplificado este proceso: ahora, el cuerpo se coloca directamente en un ataúd único de madera con interior de zinc, eliminando la antigua tradición de usar tres féretros (de ciprés, plomo y roble). Esta decisión reducirá el trabajo de los carpinteros vaticanos y refleja un enfoque más sencillo y menos ostentoso.
Además, hay reglas estrictas sobre cómo se maneja la imagen del Papa fallecido. Está prohibido fotografiarlo o filmarlo mientras está enfermo en su lecho de muerte. Después de fallecido, cualquier imagen debe ser autorizada por el Camarlengo y solo se permite si el cuerpo está vestido con los ornamentos pontificios, asegurando dignidad y respeto en todo momento.
Tras preparar el cuerpo, el ataúd se traslada a la Basílica de San Pedro, donde comienzan las exequias, que duran nueve días consecutivos
Este periodo, conocido como Novemdiales, incluye misas en sufragio por el alma del Papa fallecido, celebradas por los cardenales. Las reformas de Francisco establecen que el féretro debe cerrarse la víspera de la misa exequial principal, marcando el fin de la exposición pública.
Primera estación: Certificación de la muerte en la capilla privada y colocación del cuerpo en el ataúd. Ya no se usa una camilla decorada llevada por los sediarii (portadores tradicionales); ahora el traslado es más sencillo, similar al de una funeraria común.
Segunda estación: Exposición del cuerpo en la Basílica de San Pedro. El féretro ya no se coloca sobre un catafalco elevado, y la férula papal (símbolo de autoridad) no se exhibe junto al ataúd, siguiendo las normas para obispos diocesanos.
Tercera estación: Inhumación en el sepulcro. Este paso se ha simplificado, y ahora un Papa puede elegir ser enterrado fuera de la cripta vaticana. Por ejemplo, Francisco ha expresado su deseo de descansar en la Basílica de Santa María la Mayor.
El funeral depende de las instrucciones que haya dejado el Papa fallecido, lo que permite cierta personalización dentro del marco tradicional.
Mientras se realizan los ritos funerarios, el Colegio de los Cardenales asume el control temporal del Vaticano. Este cuerpo se reúne en dos tipos de reuniones:
Congregaciones Generales: Aquí participan todos los cardenales no impedidos legítimamente (excepto los mayores de 80 años, que no votan en la elección del Papa). Se celebran a diario y abordan temas importantes, decidiéndose por mayoría simple de votos.
Congregaciones Particulares: Están formadas por el Camarlengo y tres cardenales asistentes elegidos por sorteo. Se encargan de asuntos menores o de trámite.
El Camarlengo tiene un papel central: supervisa los bienes y riquezas del Vaticano y responde ante el Colegio Cardenalicio. Sin embargo, hay tres figuras que mantienen sus cargos durante este periodo: el vicario general de Roma, el arcipreste de la Basílica Vaticana y el penitenciario mayor . Los demás líderes vaticanos, incluidos los cardenales que dirigen organismos, pierden sus puestos, aunque sus adjuntos quedan a cargo de las tareas diarias.
El decano papal es una figura de liderazgo entre los cardenales, mientras que el camarlengo tiene un rol administrativo clave durante la sede vacante
Los representantes papales en el extranjero (nuncios) también conservan sus cargos, garantizando que la presencia de la Iglesia en el mundo no se interrumpa. Todo está diseñado para mantener la continuidad mientras se honra al Papa fallecido y se prepara el camino para su sucesor.