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21 de Marzo del 2025
Sociales

Tratado de Aguas de 1944: ¿Qué establece y cómo funciona?

Tratado de Aguas de 1944: ¿Qué establece y cómo funciona?

El Tratado de Aguas Internacionales, firmado el 3 de febrero de 1944, establece las bases para la distribución de las aguas de los ríos Colorado, Tijuana y Bravo (Grande) entre México y Estados Unidos.


Este acuerdo, ratificado por ambos países en 1945, tiene como objetivo garantizar un uso equitativo de estos recursos hídricos vitales. Además, el tratado define las responsabilidades de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), una entidad binacional encargada de velar por el cumplimiento del tratado y la resolución de cualquier conflicto relacionado con el uso de estas aguas fronterizas.


El acuerdo fue diseñado para asegurar que ambos países puedan utilizar de manera justa y equilibrada los recursos hídricos de estos ríos, esenciales para la agricultura, el consumo humano y la generación de energía en la región fronteriza.


En términos de distribución, México se compromete a entregar anualmente a Estados Unidos 432 millones de metros cúbicos del río Bravo, mientras que Estados Unidos debe proporcionar a México 1,890 millones de metros cúbicos del río Colorado.


Para comprender mejor estas cifras, podemos compararlas con el volumen de una alberca olímpica, que tiene aproximadamente 2,500 metros cúbicos de agua. Esto significa que la cantidad de agua que México entrega a Estados Unidos equivale a llenar alrededor de 172 mil 800 albercas olímpicas, mientras que el volumen que Estados Unidos envía a México sería suficiente para llenar aproximadamente 756 mil albercas olímpicas cada año.


La entrega de agua se realiza en ciclos de cinco años. En caso de sequías extraordinarias, el agua faltante debe cubrirse en el ciclo siguiente, salvo que las presas internacionales se llenen. Sin embargo, la escasez de agua ha generado conflictos.


En Estados Unidos, Texas y California son los principales estados involucrados, con Texas utilizando el agua del río Bravo y California recibiendo agua del río Colorado. Otros estados de la cuenca del Río Colorado también se benefician.


En México, los estados involucrados son Coahuila, Tamaulipas, Sonora y Baja California, con el río Bravo afectando a los primeros dos, y el río Colorado beneficiando a Sonora. El tratado asegura el desarrollo futuro de las aguas de estos ríos en ambos países.


El conflicto actual: El reclamo de Texas




Recientemente, el gobernador de Texas, Greg Abbott, ha exigido que México cumpla con el tratado, citando la escasez de agua en el sur del estado como un problema creciente.


Según legisladores texanos, la falta de agua para riego ha generado pérdidas económicas significativas, que podrían ascender hasta 993 millones de dólares anuales, según un informe de la Universidad Texas A&M.


Estas pérdidas, combinadas con la sequía prolongada, han intensificado el reclamo de Texas para que se cumpla lo estipulado en el tratado de 1944.


La presión sobre el gobierno mexicano es considerable, ya que la falta de agua en la región ha afectado a los agricultores y ha generado tensiones políticas en ambos lados de la frontera.


El conflicto resalta la fragilidad de un acuerdo que, aunque históricamente ha sido fundamental para la relación hídrica entre ambos países, ha sido sujeto a controversias y disputas debido a factores como las sequías y el cambio climático.


En el contexto de este conflicto, el gobierno del presidente Donald Trump rechazó por primera vez una solicitud especial de México para recibir agua del Río Colorado destinada a Tijuana.


Esta decisión fue vista como una represalia por lo que Estados Unidos considera fallas de México en la entrega de agua del Río Bravo a los agricultores de Texas, según el Tratado de Aguas de 1944.



La Subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de EE.UU. declaró que el déficit de agua de México estaba "diezmando" la agricultura estadounidense en la frontera, particularmente a los agricultores del Valle del Río Bravo.


Como consecuencia, se negó la solicitud de México para una dotación especial de agua para Tijuana, que depende en un 90% de este afluente debido a la creciente sequía y el cambio climático.




La CILA, encargada de supervisar la implementación del tratado, desempeña un papel crucial en la resolución de los desacuerdos que surgen en torno a la distribución de aguas. La comisión está compuesta por ingenieros y comisionados de México y Estados Unidos, quienes trabajan conjuntamente para monitorear el cumplimiento de los términos del tratado.


Además, la CILA es responsable de la medición de los caudales y la construcción de infraestructuras de almacenamiento y distribución de agua.


Históricamente, la CILA ha mediado en situaciones difíciles, como en 1997 cuando México no cumplió completamente con la entrega de agua, lo que llevó a un acuerdo diplomático entre los presidentes de México y Estados Unidos. Sin embargo, los conflictos por el agua no han desaparecido y, en ocasiones, han escalado hasta niveles políticos.




El cambio climático ha sido un factor clave que agrava la escasez de agua en la región fronteriza. Las sequías más prolongadas y severas han provocado que los ciclos de entrega de agua, estipulados en el tratado, se vean alterados.


El aumento de las temperaturas y la menor disponibilidad de agua en las cuencas de los ríos Bravo y Colorado son solo algunos de los desafíos que enfrenta el tratado.


El futuro del tratado: ¿Una resolución sostenible?




A medida que las tensiones sobre el agua continúan, la pregunta clave es cómo garantizar una distribución equitativa y sostenible de este recurso. Aunque el Tratado de Aguas Internacionales de 1944 sigue siendo un pilar en la relación bilateral entre México y Estados Unidos, su cumplimiento y eficacia están siendo cuestionados debido a los nuevos desafíos que presenta el cambio climático.


El desafío de cumplir con las disposiciones del tratado se agrava por las necesidades crecientes de ambos países y por la creciente competencia por el agua en una región vulnerable.


Por tanto, las conversaciones entre los gobiernos de México y Estados Unidos, mediadas por la CILA, seguirán siendo esenciales para encontrar soluciones que beneficien a ambas naciones y eviten que las tensiones por el agua escalen a conflictos mayores.





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