Moises Vega a sus 24 años, lleva dedicándose 10 años a la reparación de relojes, oficio el cual aprendió de su padre desde muy chico. Muy alegre cuenta cómo su padre aprendió de un padrino el cual tiene fama de ser muy buen relojero, de ahí surgió este negocio el cual genera en él una gran satisfacción.
"Más que nada yo lo veo como una vocación, como un apoyo en la familia también de seguir con la tradición del trabajo de mi papá más que nada, porque también relojeros no hay muchos aquí, más que nada es un tipo de orgullo que siento también, así como de decir aprendí por mi papá y aquí estamos en el negocio de mi papá todavía."
Asegura le gustaría sus hijos siguieran con este negocio de relojería, ya que le parece un trabajo honrado el cual requiere de mucha dedicación, dentro de las curiosidades de este oficio es que diariamente repara de 8 a 9 relojes y el tiempo que más ha tardado en reparar uno fue de tres días.
"Lo más difícil se podría decir que es la paciencia, porque si no tienes paciencia, te estresa mucho el reloj, porque son piezas muy chiquitas, la vista te la cansa, te empieza doler la cabeza también, es algo muy tedioso, muy dedicado, tienes que estar a veces hasta horas con un reloj para poderlo arreglar."
Mientras Dios le de paciencia y vista, seguirá apoyando a su papá, pues considera el dedicarse a la relojería es su fuerte, lo que ama hacer y no concibe su futuro dedicándose a otro trabajo.