Seguramente con este sonido ya identificó de quién se trata. Su nombre es Francisco Javier Tinoco López, le conocen como el "güero", y es uno de los poco afiladores que continúan con la tradición en Colima.
"Mi papá era afilador nada más que él ya murió y yo digo su tradición de afilar/ somo poquitos los que andamos ya casi la mayoría somos hijos de afiladores los que andemos yo creo que aquí en Colima habremos como unos cinco o seis".
Desde las 9 de la mañana y a toda velocidad en su bicicleta acondicionada con las herramientas para sacar filo a los cuchillos, Francisco recorre las principales calles y colonias del municipio capitalino. Su principal instrumento de trabajo y más preciado tesoro es su silbato, el que heredó de su padre y el que dice ser su amuleto de la suerte hasta terminar su jornada laboral.
"La mayoría de gente me busca o me está esperando porque ya sabe los días que pasó como aquí pasó los martes y trabajo todo los días de la semana/ mucho orgullo por parte que fue de mi padre de quien me enseñó yo lo veo como un orgullo ese trabajo y lo valoro mucho porque de aquí a salido para todo para mi familia y mis hijos que están estudiando".
"Si tiene algo porque no nomás es de pasar el silbato, tiene sus sonidos el silbato para vida de que la gente conozca el silbateo porque a mí me conocen por el silbato por diferente mucha gente me dice que mi silbato es más ladino, ósea, sea oye más lejos".
Aunque el "güero" define su trabajo como algo normal y sencillo es la gente quien le da un valor agregado a este oficio que ha pasado de generación en generación y que sigue asombrando a grandes y chicos.
"Lo normal es poner el cuchillo y lo afilas a esto se le da vuelta y a veces que la gente se pone aquí a verme y me están preguntando que si nunca me entran una chispa al ojo o que si la ropa no me la quema y son cositas que mucha gente la ves como cosa tradicional".
Con el paso de los años y las nuevas tecnologías poco a poco se ha ido perdiendo esta cultura, sin embargo para Francisco a este oficio no desaparecerá ya que aún hay mucha gente que prefiere lo tradicional y fomentar la esencia de los oficios legendarios. Hoy por hoy su hijo ya sigue sus pasos.
"Mi hijo estudia y se dedica a afilar, él ya acondicionó su bicicleta el se llama Jonathan Javier y él ahorita anda para el lado de Prados del Sur a él también ya le gustó mi trabajo, ..., lo mismo siento un hormigueo en el cuerpo cuando me preguntan que siento porque a pocas personas les gusta este trabajo".