J. Guadalupe Larios Álvarez Campesino y comisario ejidal de Cuauhtémoc lleva quince años en la siembra de arroz, aprendió de su padre quién le enseñó todo hasta que tuvo edad para comenzar por sí mismo. Momento en el que encontró satisfacción en el campo.
"pues la satisfacción del sostenimiento de la familia, de la familia y pues es una emoción, te la puedo decir de palabras, pero, pues es una emoción muy grande cuando vez creciendo la planta de este momento hasta que llega a su fase final y pues la experiencia ya cuando recibes el fruto de lo que sembraste y pues se siente bien, personalmente, anímicamente, económicamente te ayudas."
Enseñar a los más chicos se volvió parte de sus tareas, muchos jóvenes se acercan para aprender de Guadalupe, quién sin ningún problema transmite los conocimientos de su padre sumados a los suyos.
"Pero a mis sobrinos sí, a mucha gente que, de aquí, morritos que van empezando. se pegan con uno y se les enseña, usualmente sembrar preparación de tierras, semillas, el ciclo, a que hay que esperar para rociar para fertilizar, cómo hay que hacerlo. Pues uno lo comparte pues con los que van naciendo apenas, con los que van creciendo.
Experiencia en el campo hay de todo tipo, y los peligros de la naturaleza también están presentes, Guadalupe recordó cuán frágil puede llegar a ser la vida y que tan afortunado puede uno llegar a ser.
"Me pasó a mí allá abajo, en otra tirada, porque se llaman tiradas estas, se le dice zolcuate, un animal muy venenoso. Y pues siempre uso botas de hule, pues ahorita no traigo porque ando arriba del tractor, entonces cuando menos te acuerdas pues ya estás y casi lo pisas y pues, ahí uno con la pala, pues ni modo, hay que matarla. ¡Entonces tú dices hijos! Así como dices tú, de esta me salvé me salvé, pero de la otra ¿quién sabe?
Así es como Guadalupe sigue ahora como el comisario ejidal de Cuauhtémoc, se encargará de resolver los problemas que existan entre ejidatarios, pero no dejará de enseñar ni de sembrar su arroz.