En México existe una variedad de sustancias adictivas legales como; el tabaco y alcohol e ilegales como; cannabis, cocaína, heroína, metanfetaminas e inhalables, que afectan el sistema nervioso central de la persona desde el primer momento que tiene contacto con alguna de ellas: algunos usuarios son más susceptibles genética o socialmente a desarrollar una adicción y su uso genera afectaciones irreversibles en las funciones neuronales.
De acuerdo con la encuesta nacional de adicciones, en el país, una de cada tres personas de doce a 65 años mantiene un consumo nocivo de alcohol, 17.3 millones son fumadores de los cuales; 12 millones son hombres y 5.3 millones son mujeres. Además, hay once millones de mexicanos que son fumadores pasivos al estar expuestos al humo de cigarrillo ajeno, mientras que al menos 500 mil son adictos a alguna sustancia ilegal. Cabe destacar que el costo anual aproximado de la atención de enfermedades asociadas al tabaco supera los 80 mil 500 millones de pesos.
En el rango de la población mexicana de doce a 65 años, la encuesta indica que entre 2008 y 2011 aumentó de 3.9 a 5.7 millones el número de personas que consumen enervantes ilegales como marihuana, inhalables, cocaína, heroína, estimulantes anfetamínicos y otras. Es decir que, contrario al objetivo de la Asamblea General de Naciones Unidas de alcanzar una sociedad internacional libre del abuso de enervantes, el uso de sustancias ilícitas en el país incrementó dos puntos porcentuales: de 5.2 a 7.2% en el transcurso de tres años. Asimismo, el número de personas dependientes de enervantes en México pasó de 450 mil en 2008 a 550 mil en 2011.
La edad de riesgo de mayor consumo de estupefacientes, tanto legales como ilegales, se ubicó además entre los diez y los 18 años, que es la población objetivo de atención de los Centros de Integración Juvenil; en tanto que la edad de inicio de consumo de cualquier tipo de enervante oscila hoy entre los diez y los 14 años.
El consumo puede iniciar para sentirse bien, desempeñarse mejor en la escuela o el trabajo, así como por curiosidad y porque otros lo hacen. Investigaciones señalan que los factores genéticos explican entre 40 y 60% de la vulnerabilidad de una persona a la adicción