Por la influencia de amigos y por las ganas de pertenecer a los grupos, Carolina comenzó a consumir alcohol a los 12 años. Después de afectar a su familia y gran parte de su vida, hoy está en recuperación en un grupo de Alcohólicos Anónimos.
"Para mí el haber conocido el alcohol fue una puerta a la diversión, fue una puerta al estar bien, fue una puerta para que yo me sintiera integrada." / "Recuerdo ahora, que llegaba como a una fiesta por ejemplo, era una ansiedad tremenda el no pensar qué van a dar de comer ni qué voy a comer, era el querer ver qué iba yo a beber"
Señala que el consumo de alcohol se agravó en su vida adulta, pues su pareja era el principal proveedor y compañero de borracheras. No obstante, reconoce que lo peor fue relegar a sus hijos a cambio de la bebida.
"A mí me dicen mis compañeros ya no eres culpable, ahora eres responsable, sin embargo yo me sigo sintiendo culpable, culpable de que no tengan esa confianza de sentarse a platicar conmigo. Qué bueno que no se parecieron a mí, ni a su papá"
Carolina reconoce que actualmente paga el precio de sus excesos y por ello asiste a un grupo de la Central Mexicana de Alcohólicos Anónimos para reencauzar su vida.
"Ahora yo me he regocijado en mi grupo, me siento perfectamente bien porque así llegue con el corazón apachurrado, por medio de mis tribunas o de escuchar a mis compañeros, de escuchar a mi padrino, de platicar con alguien, me siento descargada"