Adriana Preciado tiene 33 años vendiendo en el mercado Obregón, y aunque al principio ofertaban frutas y verduras, más tarde comenzaron a vender; ollas de barro, juegos tradicionales, canastas y productos para el hogar, señala que su trabajo se ha convertido en su segundo hogar.
"Estamos desde el 85 aquí, lo comenzó mi mamá y mi papá, aquí crecí y seguimos las dos en el negocio y aquí crecieron mis hijos también/me gusta como te digo aquí crecí y crecieron mis hijos y es el modo de sustento de nosotros/creo que estoy más tiempo aquí que en mi casa, en mi casa voy a comer y dormir"
La mujer, señala que este tipo de artículos son muy buscados en el mercado, especialmente en el módulo 1 que es donde ella se encuentra, pues no es común encontrar productos de barro y de los que comercializan en las tiendas de la capital.
"La gente está dejando los centros comerciales y está volviendo el mercado, dicen que todo es más fresco y cosas del país no las pueden conseguir tan fácil/tenemos clientela del lado de Jalisco por Manzanillo y Cihuatlán que no encuentran y vienen para acá, incluso de las escuelas que no encuentran y vienen para acá".
Y aunque a veces las ventas son bajas, hay temporadas en las que el negocio les permite darse uno que otro lujito. A Preciado lo que más le gusta es el trato con el cliente, pues son estos los que les permiten que siga funcionando el negocio.
"El trato porque todo es personalizado y creo que hasta ahorita no hemos recibido quejas por parte de los clientes/a mucha gente le gusta venir por el folklore dicen porque aquí nunca estamos tristes, aquí llegan los norteños, el mariachi, la tambora y el mercado siempre está alegre".
Adriana comparte que este espacio lleno de colores, sabores y olores, le ha permitido experimentar grandes experiencias, algunas emotivas alegres y otras no tanto, sin embargo, no concibe su vida en otro espacio que no sea el mercado, por ello, invitó a la ciudadanía y a los que vienen de fuera, a seguir disfrutando de los productos que ahí se ofertan, productos frescos y de calidad, pues el consumo local permite que el dinero circule en la entidad.