Malas amistades, el divorcio de su pareja y el de sus padres, la orillaron a adentrarse en el mundo de las drogas como búsqueda de la felicidad que en esos momentos no concebía en su vida, pues la depresión se apoderaba de ella todos los días.
"Me empezó a dar calambres en todo mi cuerpo, empecé a delirar, mi boca la sentía que ya no podía hablar, me puse mala al grado que tuvo que llegar una ambulancia, me dijeron que me estaba dando una sobredosis, sin embargo no paré, yo quería volver a sentir esa sensación."
Después de un tiempo la situación empeoró, pues al año de hacer uso de esas sustancias su familia se enteró de la adicción y lejos de sentirse mejor, cada día se sentía más deprimida al grado de querer morirse, abandonando a sus hijos, a su familia y culpando a todos por el infierno que ella estaba sufriendo.
"Tuve tres recaídas muy fuertes, esta última recaída la peor, yo digo que fue la peor porque realmente perdí todo, mi familia me dejó de ayudar, quede en la calle, tenía una pareja actual y también termine con él, me quedé en la calle y no sabía qué hacer."
Sus tres hijos de 10, 7 y 5 años también resintieron el problema por el que su madre atravesaba al grado de expresarse menos y cuestionarse el porqué de la ausencia de su madre, fue cuando ella tocó fondo y buscó ayuda para superar la adicción que la mitad de su familia sufre.
"Es una lucha día a día, es difícil, uno como adicto hay veces que tiene días difíciles y no es fácil, hay veces que tienes que estar tratándote con medicamentos y pues es difícil."
Con su ejemplo quiere motivar a otras personas y hacerles ver que el mundo de las drogas no es la salida ante los problemas de la vida, sin dejar de lado el continuar su tratamiento para poder ver todos los días a sus hijos.