Aunque hoy en día ya es un adulto, las cicatrices que lleva en su mano derecha le recuerdan a Enrique el peligro que representan la quema de pirotecnia o cohetitos que surgen a su venta en estas temporadas de navidad y año nuevo, pues en su adolescencia estuvo a punto de perderla al estallarle uno de estos explosivos, también conocidos como Barrenos.
Recuerda que siempre le había resultado divertido tronar cohetitos junto a su hermano, por lo que al llegar esta temporada todo el dinero que recibían lo dedicaban a su compra y, lamentablemente, siempre se busca el que truene más fuerte.
"Y la novedad de ese año, fue que sacaron unos barrenos grandes, entonces, de hecho la señora donde los compramos, nos dijo que tronaban muy fuerte, pero, pues, en ese tiempo no había ninguna prohibición de que le vendieran ese tipo de cohetes a los niños y nosotros compramos los cohetes para empezarlos a guardar para la fecha del 25, del 24".
Señala que, como adolescentes, nunca dimensionaron el peligro que enfrentaban. "Al momento de que yo encendí la mecha del barreno, hizo aire, la flama se mueve y me enciende media mecha de golpe, reacciono yo aviento el barreno, en lo que hago yo el brazo para atrás para tomar el impulso, logro soltarla, explotó delante de nuestras caras el barreno este, aproximadamente a un metro de retirado, después de que lo aventé se alcanzó a retirar un metro, yo al instante sentí que la mano derecha me empezó a palpitar, me agarro yo la mano, pero sin yo voltearme a ver".
De acuerdo a Enrique, después de la explosión, todo seguía siendo un juego, pues su hermano y amigos reaccionaron con gritos y risas, además de estar aturdidos por el estallido, pero cuando vieron la herida en su mano, el semblante de los rostros cambió por completo.
"Ya donde me voy viendo yo la mano, el dedo, este, medio y el otro que le sigue, uno de los dedos estaba floreado, tengo, pues tengo todavía la cicatriz, este una herida que parecía un ojo abierto, en el otro dedo también, estaba desgarrado y sangre, o sea, era un, un chorrearme de sangre por todo el brazo, ya cuando se nos pasó lo encandilado pues ya vimos la magnitud de los que había pasado, la gravedad de la herida".
Reconoce que de haberle explotado en la mano, ésta la hubiera perdido casi en su totalidad. "Ya pensando, si ese barreno me hubiera tronado en la mano, si yo logré aventarlo y me hizo eso en los dedos, el haberme quedado yo con ese barreno en la mano, me la hubiera arrancado, yo no tendría ya mi mano derecha".
Ante la amarga experiencia, Enrique señala que las heridas de su mano le recuerdan el peligro que representa jugar con explosivos, por lo que actualmente no deja que sus hijos jueguen con estos artefactos por más indefensos que parezcan.