Han pasado casi siete años desde que Valeria experimentó el dolor más grande en su vida, fue un 25 de diciembre, lo recuerda como si hubiera sido ayer, aún siente un hormigueo caliente que recorre su cuerpo al recordar ese día que marcó de por vida a la familia.
"Eran las tres de la tarde yo estaba en mi casa cuando vivía con mi esposo, yo recibí una llamada de una prima que me dijo/tu hermano está muerto y yo cómo que está muerto".
Sin comprender aún lo que sucedía, la joven se dirigió a casa de su madre con la esperanza de que todo fuera una mala broma, pero al llegar se enfrentó a la cruda realidad.
"Te puedo decir que me sudan las manos aún puedo sentir lo que sentía cuando me iba arrimando a la casa como queriendo y no llegar/miré que estaba tirado con mi mamá lo tenía en los brazos ella estaba sentada en el árbol es un mango y cuando lo miré en los brazos de mi mamá sentí muy feo, no me podía arrimar me temblaban los pies, no podía ni llorar".
La mujer comparte que fue traumante ver a su hermano con una soga en el cuello, aunque reveló que días antes, el menor dió muestras de que algo no estaba bien, llevaba meses consumiendo drogas y con una actitud depresiva.
"Yo digo que lo quiso hacer como para llamar la atención porque quedó a diez centímetros del piso de la tierra/el era como mi hijo siempre los cuidé, cuántos años tenía, 17 pero fueron como mis hijos no tuve infancia siempre los cuidé de chiquitos y él era el más chiquito y me duele todavía bastante".
Esta situación provocó que la familia disfuncional se terminará de desintegrar. Tras el dolor de perder a su hermano menor, Valeria cayó en las redes del alcohol y la drogadicción, entre lágrimas, hoy comparte que está a punto de terminar su tratamiento en el albergue femenil Reconstruyendo la Vida, pues busca ser un buen ejemplo para sus hijos y estar pendiente de ellos para evitar que esta tragedia se vuelva a repetir.