Los huracanes y tormentas se presentan cada año en el estado de Colima entre los meses de mayo y octubre.
Este tipo de fenómenos van de menos a más en su formación, cuando se trata de huracanes, para clasificar su fuerza se utiliza la escala de categorías denominada; escala de huracanes de Saffir-Simpson y su fuerza se basa en la velocidad del viento.
Categoría 1: vientos de 119-152 kim/h (daños mínimos)
Categoría 2: vientos de 153-178 km/h (daños moderados)
Categoría 3: vientos de 179-209 km/h (daños extensos)
Categoría 4: vientos de 210-250 km/h (daños extremos)
Categoría 5: vientos de más de 250 km/h (daños catastróficos)
"Van cambiando por ejemplo los ciclones a tormenta tropical, a huracán categoría 1,2,3,4,5/tienen también distintos valores en función de su precipitación, su presión barométrica, velocidad del viento, las temperaturas, la traslación, el desplazamiento, la velocidad con que lo hace, son muchas variables las que están influyendo".
De acuerdo con el profesor investigador de la Universidad de Colima, Raymundo Padilla Lozoya, además hay tormentas en particular que son sistemas convectivos de mesoescala, es decir, nubes muy altas, oscuras y muy cargadas de agua que cuando precipitan y en cuestión de minutos pueden detonar alguna inundación.
"Y el día que era soleado en la tarde se convierte en una inundación en la ciudad de Colima ante la falta de sistemas pluviales eficientes para la cantidad de precipitación que se presenta, a eso sumémosle otros factores como la basura en las calles, taponamiento de los desagües".
El especialista en el tema señaló que, existen riesgos asociados a las inundaciones y a la presencia de los huracanes siempre y cuando la sociedad no encuentre alternativas para prepararse y prevenirse de manera eficiente, no obstante, existen muchos más beneficios, ejemplo de ello, es que la mayor parte del agua que se obtiene en la entidad proviene de las tormentas y huracanes.
"Esas afectaciones no están asociadas propiamente al huracán sino a la falta de construcciones adecuadas, a la poca capacitación que tienen las personas para convivir con este fenómeno recurrente y también a las pocas capacidades que tienen las autoridades".