"Me encanta mi trabajo, porque como te dije doy voz a aquel que no la tiene".
Este es el sentir de María de Jesús Andrade Flores, quien tiene 23 años dedica a la interpretación del lenguaje de señas mexicanas, lenguaje que aprendió al terminar sus estudios profesionales porque se sentía impotente al no poder comunicarse con sus alumnos en clases.
"Aprendí por una necesidad ya que cuando egrese de la licenciatura siempre se decía que el sordo tenía que oralizar y tenía que hablar y cuando a mi me dan mi plaza llegue a un grupo con 14 sordos y ninguno oralizaba y entonces la maestra era la discapacitada era la maestra porque no se sabía comunicar con ellos".
Para la especialista que cada cuatro meses se actualiza en nuevas técnicas y vocabulario, lo importante de su labor no es lo que la intérprete diga, sino saber oralizar lo que las personas sordas dicen y piensan realmente.
"Oralizar es hacer el que el sordo hable como nosotros para incluirlo en un mundo que a nosotros nos favorece porque nos podemos comunicar oralmente con ellos, pero no respetamos una lengua que es la lengua de señas, entonces ellos se suman a nuestro mundo, pero son pocos los que se suman a ellos".
Orgullosa de que el lenguaje de señas mexicanas esté clasificada como patrimonio de la nación, que a nivel estatal aprobó el modelo bilingüe para dar educación de lenguaje de señas y escrita a sordos, así como del auge que ha tomado la interpretación de señas en favor de las personas con esta discapacidad, la realidad es que aún falta mucho por hacer.
"Faltan servicios públicos hospitales todo eso que realmente nos pongamos la camiseta y hagamos por ellos lo que nos conduce para ser una sociedad incluyente".