El resorte, doña blanca, canicas, el trompo, la matatena, eran algunos de los juegos preferidos de aquellos niños, donde solo se requería la imaginación, un palo, una rama, una cuerda o un elástico para ser inmensamente feliz.
"Los baleros con los vasos, con las latas, las corcholatas que hacían, eran muchos juegos que hoy en día ya se perdió todo".
Las calles eran el lugar de encuentro en donde se vivían los mejores momentos junto a los amigos del barrio, a esos a los que no se les mandaba un whatsapp, sino que se les iba buscando casa por casa.
"Era más bonito porque el ingenio de los niños para hacer sus carritos de cartón con corcholatas le ponían un clavo y hacían las rueditas de corcholata, ahora no, ahora puro celular y se atrofian el cerebro".
¿Qué pasaría si mostramos estos juegos o juguetes prácticamente en extinción a los niños de esta última década?, esos niños que nacieron secuestrados por las pantallas, el internet y la tecnología.
"Qué impacto ha tenido, yo creo que se deja de lado la cuestión social, el niño se ha vuelto más al interior de él mismo, más solitario, sin embargo, en espacio como estos La Piedra Lisa, el Parque Hidalgo, un parque como San Francisco, todavía pueden ver esas pequeñas relaciones entre los niños".
"Los niños la verdad no los están buscando ellos buscan si acaso los juguetes de plástico / se empieza a buscar por los adultos para regalar a los niños y recordar esos tiempos buenos que ellos tuvieron de sus infancias".