Macedonio Sánchez, desde hace cuarenta años se ha dedicado a la reparación de calzado, gracias a su papá, quien desde muy pequeño le enseñó este oficio. Con alegría asegura que lo màs bonito de su trabajo es esperar a los clientes con varios pares de zapatos, pues eso significa que la confianza y calidad de lo que hace, es buena.
"En diciembre pues todos traemos centavos, los aguinalditos y eso, todos compran mucho calzado nuevo y nos traen los viejitos a arreglar."
El oficio de zapatero le ha dado mucho a él y a su familia, tanto, que le pemitiò darles a todos sus hijos carreras universitarias. Aunque parece fácil la reparación de calzado, afirma el cuidado que se debe tener para repararlos no es tarea fácil, pues hay que tener mucha paciencia.
"Lo más difícil, laborioso son poner lo cambrillones, hacer las suelas, es lo más difícil, ya lo otro, hebillas y media suela es el mismo trabajo de siempre."
Aunque la energía no es la misma que hace unos ayeres, el entusiasmo y la calidad para hacer las cosas sigue muy presente, pues eso se ve reflejado en la confianza de sus clientes, aunque esto no podría ser posible sin la ayuda de su esposa, y confiesa que en ocasiones ella obtiene un poco más de ganancia gracias a sus trabajos de pintura.
"Los clientes siguen viniendo a traerme trabajo, de ellos vivo, se acuerdan y vienen, la pintada no es por nada, pero mi señora es especialista para hacer los colores y eso, de cualquier vestido, cinto ella le saca los colores."
Macedonio ha percibido un cambio grande en su oficio, pues antes la mayoría del calzado que reparaba eran de vaqueta o cuero, lo cual le generaba más trabajos, pero con la entrada del zapato de hule, ha notado que quienes acudían a reparar sus zapatos ahora deciden tirarlos por ser de este tipo de material, sin embargo, esto no es impedimento para continuar con eso tan bonito que su padre heredó y atender a sus clientes siempre con una sonrisa en el rostro.