Como un gusto personal y con la intención de producir sus propios accesorios, es que Graciela Ibarra Arenas tomó un curso hace 12 años y comenzó realizar sus diseños de bisutería.
Pronto, sus vecinas se dieron cuenta de la habilidad que tenía y le comenzaron a pedir algunos collares y pulseras.
"Me encargaron y empecé a venderle a mis vecinas, y ahí me fui con otras personas que vi que les gustaba hasta que empecé a ir a lugares como oficinas"
Con el tiempo, sus aspiraciones fueron creciendo y, un día se animó a instalarse en el jardín principal del municipio de Comala, en donde se le ocurrió poner un establecimiento fijo.
"Algún día pasaba por aquí por el jardín y dije me encantaría tener un lugarcito donde vender y pues se me hizo y ya estoy en frente del jardín".
Más allá de representar el sustento económico, para Graciela elaborar estas artesanías representa una terapia, una forma de conectar con la gente y de expresarse.
"Manejo de diferentes, por ejemplo ahorita está la chaquira, el cristal y algo que me encanta son las semillas/es que, se te pasa el tiempo ahí cuando acuerdas ya cree esto".
La mujer originaria del pueblo mágico, se siente muy orgullosa de que sus productos han dado la vuelta al mudo, pues tiene clientes de Colima, de diferentes estados y de otros países.