En el puesto de la señora Teresa se vende casi de todo, desde un tradicional molcajete de artesanos de Suchitlán hasta una resortera, torteadora o un artículo religioso. Señala que para ella la algarabía que se tiene en el mercado Constitución de la ciudad de Colima, es como una vitamina para seguir trabajando.
"El plato, el plato menudero lo consume mucho la gente de aquí, lo consumen mucho los que tienen restaurantes y todo, manejan mucho ese plato; manejan mucho la bolsa de mandado ahorita porque ya no se está usando la de plástico se maneja mucho la bolsa de mandado."
Comparte que su trabajo como comerciante en el mercado lo inició hace más de 40 años con la venta de sombreros, actividad que continúa junto a su esposo. No obstante, hace 12 años emprendió el puesto que ahora atiende junto a su hijo.
"Me siento a gusto en un mercado, me gusta estar; en un mercado conoces gente, les vendes, les ofreces. ¿Si estuviera en su cas? No, me tulliría, allá me enfermo, mejor aquí me quedo"
Las jaulas para los pericos, cestos para las tortillas, hornos para dorar las tortas, parrillas para asar carne, ollas de barro, canastos, escobas, recogedores, de todo vende Doña Tere a sus 69 años de edad.
"Vengan a los mercados, hay gente que me dice: yo nunca he venido a un mercado, primera vez que vengo y todo está bonito, hay lo que yo busco, les digo pues no dejen de venir, sigan viniendo y traigan más gente porque ya ven los mercados sí se están quedando solos.
Para Doña Tere es importante que la actividad económica se mantenga en el mercado, pues además de apoyar al comercio local, se fomentan las tradiciones y hasta la convivencia familiar en estos lugares.