Alejandro Villegas vende raspados desde hace seis meses. Con la intención de aventurarse a algo distinto a lo que habitualmente hacía, decidió emprender su negocio en el jardín de la Corregidora en la capital colimense.
"Me gusta ser arriesgado, adelante no le tengo miedo a nada, ¿no fue por la falta de empleo ni nada?, no, no, mira, el empleo a nuestra edad es difícil conseguirlo porque no nos dan empleo donde sea, entonces vamos siendo prácticos, ¿Qué podemos hacer? esto, adelante".
Calmar la sed de las personas en una ciudad en donde prevalece el clima cálido, es lo que lo motivó a animarse e instalar su negocio. Villegas, reveló que él prepara el almíbar de los más de 32 sabores que ofrece, pues además de ser más rentable, le gusta consentir los paladares con producto natural.
"Guayaba, tamarindo, coco, chocolate, son los más comunes/la gente aquí en Colima es muy muy no sé, que le gustan los sabores de aguas frescas exóticas, aquí manejan mucho lo artesanal".
Lo que más le gusta de este negocio es ver disfrutar a sus clientes del producto que les ofrece, pues esto es señal de que lo está haciendo bien.
"Ver tu sonrisa me llena mi corazón de alegría, quizá son mis vacíos o no sé/son éxitos son triunfos, es como si te dan una palmada en el hombro qué rico".
El comerciante reconoce que es tan inquieto y le gusta siempre estar innovando y aprendiendo cosas nuevas, que no sabe cuánto tiempo estará desempeñando esta labor como vendedor de raspados.