Felipa fue adicta al cristal por varios años, considera que la soledad y la falta de atención por parte de su familia fue lo que la orilló a involucrarse en las drogas desde muy joven, pues su madre murió cuando apenas tenía unos meses de nacida y a su padre nunca lo conoció.
"Yo caí a los 21 años en la drogadicción nadie me envició fue porque yo quise, no sé si por falta de caricias afectivas por parte de mi mamá y eso lo busqué en los amigos ahí tuve lo que era amo entre comillas y ahí inicié a drogarme que para adelgazar y para olvidar los problemas".
Aunque agradece a Dios que a pesar de las drogas nunca dañó físicamente a nadie ni tuvo la necesidad de robar, recuerda que por mucho tiempo estuvo vagando por las calles, pues pese a que vivía con su abuela materna, esta le negaba la entrada cuando estaba bajo los influjos de la droga.
Fue hasta que Barajas Ramos comenzó a tener alucinaciones, cuando decidió aceptar la ayuda de su tío para acudir al centro de rehabilitación.
"Yo ya veía que me hablaban que me seguían que cuando llegaba a la casa de mi abuela me asomaba porque creía que había alguien ahí pero no era nadie, en la calle veía que estaba un señor pero era una piedra/mi tío vino a pedir información al albergue y fui y le dije que si quería su ayuda y vine al centro de rehabilitación Recolavi, aquí cambió mi vida gracias a Dios".
Hoy en día, la joven colabora en el centro de rehabilitación en donde fue atendida, pues la motiva apoyar a las personas que buscan salir adelante después de haber caído en las drogas.