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23 de Noviembre del 2024
Sociales

Rubén lleva 30 años vendiendo bolas de maíz

Rubén lleva 30 años vendiendo bolas de maíz

Rubén González Corrales se dedica a la elaboración y venta de bolas de maíz palomero y amaranto, oficio que aprendió de su padre cuando era pequeño y que tiene más de 30 años llevándolo a cabo.


"Mi papá cuando se dió de baja del cuartel se vino para acá y como mi abuelita los sabía hacer también aprendió y me dice voy a hacer unas bolitas para comer ahí en la familia, pero le salieron muchas y dijo, las voy a vender para que no se echen a perder y rápido las vendió así es como seguimos con la tradición esta".


"Nos cargaba con él desde pequeños con la tina también y nos ibamos a Manzanillo, Tecolapa, Madrid,  Caleras y pues crecimos/me metí de policía pero no me gustó y dije a hacer bolas muchachos y ahorita tengo 30 años en esto y de ahí has sacado adelante a tu familia? si de ahí para el estudio y su mantenimiento, mi papá de esto nos sacó a 8 adelante del comercio".


Rubén se levanta a las 5:00 de la mañana para preparar sus bolas de maíz y amaranto, a diario, utiliza alrededor de 5 kilos de maíz, una vez lista esta rica golosina, se va a ranchear como él le dice, es decir, salir a ofrecer el producto en diferentes partes del estado como; Buena Vista, Comala, Cofradía y Suchitlán, Ixtlahuacán, Lo de Villa, entre otros lugares.


"Primero prepara uno el piloncillo que es la miel y enseguida me levanto a las 5:00 de la mañana para que sea del día porque si lo hace uno y luego con la humedad se pone correoso y el piloncillo tiende a aflojar el producto, si no estuviera bien preparado se me hubieran desbaratado pero creo que sí aprendí bien de mi papá porque no me ha fallado".


"Como ahora saco entre 30 o 40 paquetes, en sábado le aumento un poco más porque son los mejores días, sábado y domingo y los martes cuando no llueve porque nos baja la moral, lo que tiene esto de bueno es que para otro día funciona porque hay gente que lo pone en aceite y nosotros lo hacemos a vapor, sin grasa/a la antigüita en una olla de barro hasta que está al rojo vivo le dejó caer una gota para ver si está en su punto de calentamiento, cuando oigo que chilla ya está".


Rubén se dice orgulloso  porque gracias a este ha podido sacar adelante a su familia y ofrecerles estudios a sus hijos. Asegura que también goza de su trabajo porque este le ha permitido conocer a mucha gente.


"Que a los clientes les gusta mi forma que me ven con la tina echando de gritos/a mi me han dicho los clientes, a mi me la recetó el doctor por la fibrita que tienen, hay una ancianita que dice trailas porque con eso se me amasisa el estómago, cuando ando floja se me acomoda el estómago".





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