Un día como hoy, hace cinco años, el volcán de Colima registró la erupción más grande desde 1913. Comenzó la mañana del 10 de julio de 2015, cuando se detectaron flujos piroclásticos que bajaron hasta la base del edificio volcánico y que más tarde llegaron a 9 kilómetros de distancia del cráter.
Eran nubes de ceniza, gases y material sólido que quemaban todo a su paso hacia el sur del edificio volcánico, recuerda Raúl Arámbula Mendoza, director del Centro Universitario de Estudios Vulcanológicos de la Universidad de Colima.
"Nos hace recordar que el volcán es muy activo, que tiene el potencial de generar daños en las cercanías de su edificio volcánico y por lo mismo tenemos que evitar que siga aumentando la infraestructura cercana a el volcán de Colima".
Ese día, las nubes de ceniza volcánica cubrieron las poblaciones de La Yerbabuena y La Becerrera; en Colima, y San José del Carmen; en Jalisco. Las comunidades fueron evacuadas a albergues temporales e inició un fuerte operativo de autoridades de los tres órdenes de gobierno y comunidad científica buscando salvaguardar la vida de las personas.
Al día siguiente hubo un evento similar donde los flujos piroclásticos se extendieron hasta 10.3 kilómetros del cráter, y la ceniza se dispersó a los municipios de Comala, Villa de Álvarez y Colima.
"Es muy importante mantener los sistemas de vigilancia y de monitoreo del volcán trabajando al 100 por ciento de su capacidad, estamos trabajando en conjunto con Protección Civil de Colima en levantar algunas estaciones que tenemos caídas y esperemos tener todo el equipo trabajando en poco tiempo".
Actualmente funcionan 6 estaciones de banda ancha con sismómetros de última generación que monitorean el coloso, y se trabaja en reparar cuatro más que requieren mantenimiento. El doctor en Ciencias de la Tierra con especialidad en Sismología Volcánica, recuerda que, aunque por ahora registra poca actividad sísmica interna, el volcán de Colima ha demostrado que puede entrar en un periodo eruptivo en muy poco tiempo.