Después de 32 años afilando cuchillos, tijeras, machetes y otros utensilios, Francisco Javier Espinosa asegura que su oficio es la mejor herencia que pudo dejarle su padre, pues le ha permitido sacar adelante a su familia.
"Hay que saber trabajar el trabajo, porque las tijeras no nomás es afilarlas, hay que darle, que a veces está abierto o que no cortan, hay que cerrarlas".
Señala que lejos de desaparecer, el oficio de afilador está más vigente que nunca pues al menos tres de sus hermanos también se dedican a esto, así como su hijo.
"Ira, es de mi papá, ya está bien viejito, ya él lo tenía ya y yo lo que tengo, ha de tener más de 50 años este silbato y aquí lo traigo, lo cuido bien mucho pues es el que me da pa comer".
A bordo de su bicicleta donde transporta todas sus herramientas para trabajar, Javier va recorriendo calle por calle, resoplando el silbato que identifica a los afiladores.
"El cuchillo te lo cobro a 30, 35, las tijeras a 35, ya los machetes a un poquito más".
Reconoce que, como todo en la vida, hay días buenos y malos, sin embargo asegura que siempre estará agradecido con las enseñanzas de su padre que ahora le permiten llevar el sustento a su familia.
"Es mi oficio que me dejó mi papá y lo voy a seguir hasta que Dios ya me lleve".