Sonia empezó a notar que su hija estaba adelgazando mucho, tomaba bastante agua e iba constantemente al baño. En su familia no se imaginaron que tiempo más tarde le detectarían diabetes tipo 1 luego de realizarle la prueba médica hemoglobina glicosilada.
"Y pues ahí nos dimos cuenta de que mi hija estaba presentando glucosas altas, arriba de 300, en una ocasión llegó a tener cerca de 500".
Ante esto la menor fue internada para estabilizar su glucosa e inició su tratamiento, que en ocasiones son hasta cinco inyecciones por día, dependiendo de los alimentos que consuma.
"Ya ahí nos explicó el doctor que pues ella se tenía que estar inyectando, que esto ya era de por vida, que ya no había ninguna solución, que el páncreas había dejado de funcionar".
Señala que ha sido complicado en cuanto a lo económico con la compra de lancetas, alcohol, algodón, agujas y los insumos necesarios, pero también en la cuestión psicológica ya que la gente no ha sido empática tras su diagnóstico.
"Inclusive hasta la misma insulina que no es nada nada barato y agregarle a todo esto que todo lo que está pasando ella y encima todo este gasto y pues tenemos que estar haciendo gastos por fuera".
En Colima no se han alcanzado los niveles altos en cuanto a la atención de salud como lo han anunciado, detalla Sonia, pues se carece de insulina y las citas de apoyo psicológico tienden a agendarse para un periodo largo de espera.