Ante la necesidad de sacar adelante a sus hijas, Macaria Santos decidió sacar provecho de las enseñanzas de su abuela y emprender un pequeño negocio con la venta de bordados, desde hace 35 años. La mujer originaria de la comunidad indígena de Zacualpan, comenzó a elaborar almohadones, servilletas, manteles, trajes típicos del docenario a la Virgen de Guadalupe, entre otras prendas, que poco a poco comenzaron a venderse. Bite: "03:40-04:00" "Hay personas que dicen, me haces mi traje de novia, aquí traigo en el celular la foto, y dos hijas bordan bien y le hacen el traje de novia, han hecho de todo, de todo, de quinceañera, sus corceles, nos llevan el pedazo y lo diseñamos y se viene". Conforme comenzó a crecer el negocio, Macaria comenzó a integrar a las mujeres de su familia al negocio, hoy en día, sus hijas y nietas son parte de esta tradición familiar.
"Mis hijas y mis nietas y mis nueras abordamos, ya el negocio ya se extendió con ellas, a mis nietas las he enseñado desde el kinder que agarren una servilletita y hacen deshilado, punto de cruz, bordados y de todo, como de todo sé, de todo les enseñé/dos hijas venden ya, tienen pedidos de indias, que un mantel de 6 sillas, se 8 sillas, ellas hacen".
La mujer indígena señala que, al principio vendía sus productos en Comala, posteriormente la invitaron a instalarse en el tianguis artesanal de la capital colimense, en donde oferta sus productos los jueves y fines de semana en periodo vacacional. Aunque, cuando no hay casi ventas, ofrece sus productos casa por casa.
"No hay muchas ventas pero nos conformamos conforme vaya saliendo para volver a surtir, un hilo, una tela, para comer no es como cuando era libre, está un poco solo y ahorita no llega turismo, no llegan, ellos son los que nos llevan fuera el producto".
Quienes más valoran el trabajo de los artesanos son los mexicanos que residen en el extranjero, quienes sin regatearles se llevan los productos para venderlos o usarlos ellos mismos, señaló Macaria.