Connie Romero lleva cinco años afuera de los juzgados cívicos, vendiendo tacos tuxpeños, tortas, dulces, palomitas y demás dulces que compran los trabajadores del congreso, de los juzgados y de las oficinas cercanas. Llegó sin avisar y ahora es parte importante del lugar.
"Siempre he tenido una buena relación con todas las personas, eso es lo que yo pienso que me ha ayudado a abrirme esta puerta que pienso yo que pues a mí, no sé si a alguien no le caiga bien, pero lo importante es que a mis todas las personas me caen muy bien, las quiero mucho. Les he tomado mucho cariño durante este tiempo. Y a la gran mayoría les digo forman ya parte de mi empresa."
Considera que su trabajo es un punto en el que los trabajadores van a convivir y hacer amistad, entre ellos y con ella, situación que la motiva día con día a seguir trabajando y levantándose a las 5 de la mañana para preparar los alimentos que va a vender.
"La verdad que le soy sincera para mí ha sido muy satisfactorio el yo misma generar y tener esa capacidad de generar yo misma mi empleo, y poder tomar mis riesgos, o sea, hacerme responsable de los riesgos que con ello viene, por ejemplo, el que no termine lo que traiga, el que no termine todo eso. Y que no salga lo que invertí, mucho menos mi sueldo.
La seguridad que le da el tener su puesto ahí es un privilegio que jamás había sentido en su vida y está agradecida con dios y con todas las personas que acuden a su negocio y que la considera parte del mismo. Y aunque trabaja muchas horas se siente satisfecha.