La violencia en México está íntimamente relacionada con "guerras por territorio" entre organizaciones criminales rivales, lo que se traduce en aumentos de homicidios y pandillerismo. De acuerdo con especialistas en la materia, estas guerras no sólo son extraordinariamente letales, si no que provocan daños sociales irreparables.
Investigaciones de la Red por los Derechos de la Infancia en México, calculan que por lo menos 30 mil menores han sido reclutados por las organizaciones criminales en los últimos años en las áreas de actividades de la delincuencia organizada, ya sea en el tráfico de droga, venta de piratería, extorsión, redes de corrupción y asesinatos.
La investigación de la Redim además encontró que los menores entre los nueve y diez años de edad empiezan a ser reclutados como informantes, posteriormente, a los 12, una vez que conocen los movimientos y la estructura de las organizaciones, son utilizados como vigilantes en casas de seguridad donde mantienen a los secuestrados. Ya con un previo entrenamiento entre los 14 y 16 años se "gradúan" como sicarios o encargados de una "tiendita" de droga.
La manera en cómo son reclutados varía de acuerdo a la zona del país, lo mismo sucede con los sueldos y edades. En las ciudades fronterizas las pandillas son el principal semillero de los grupos de sicarios y de venta al menudeo de droga. Monterrey, Ciudad Juárez, Tijuana, Mexicali, Torreón y Saltillo, son un ejemplo de cómo niños y jóvenes han caído en las redes del narco.
Ser parte del narcotráfico puede llegar a ser una opción tentadora cuando se combinan las oportunidades para el éxito y una vida que a una temprana edad les permite acceder al consumo de drogas, de armas y bienes, pues los sueldos pueden llegar a los 12 mil pesos mensuales.
Los adolescentes son más apreciados por las organizaciones criminales, ya que por su corta edad no suelen ser arrestados, lo que los hace ideales para halcones o estacas. Les pagan poco, pero al provenir de familias desintegradas, ser pobres y desertores de la escuela, el pago mínimo les basta para sentirse exitosos y ostentar un fuerte sentido de pertenencia.