El cartel de Sinaloa sufrió el 25 de julio un golpe directo en su fortaleza y unidad al ser capturado en Estados Unidos Ismael "El Mayo" Zambada.
La acusación de Zambada de que Joaquín Guzmán López le tendió una trampa, y se lo llevó por la fuerza y contra su voluntad al país vecino para entregarlo a agentes del FBI abrió una grieta profunda entre "Los Chapitos" y "Los Mayos".
Los antes aliados se convirtieron en enemigos mortales.
Esto provocó un enfrentamiento armado que inició el 9 de septiembre en Culiacán y que se extendió por Navolato, Elota, San Ignacio, Cosalá, y Concordia.
La jornada violenta se convirtió ya en más de 40 días de asesinatos, desapariciones forzadas y de enfrentamientos entre los bandos en pugna o contra fuerzas federales.
El lugar más afectado es Culiacán, la capital de Sinaloa. La ciudad se convirtió en un campo de batalla. La lucha entre Ismael Zambada Sicarios "El Mayito Flaco" y los hermanos Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán Salazar transformó a Culiacán en escenario de balaceras y movilización de gente armada.
La ciudadanía terminó en medio de la guerra.
El miedo y pánico se apoderó de la población, cuando menos 300 comercios cerraron, unos de manera temporal y otros definitiva, principalmente los que abren en turnos vespertinos o nocturnos.
El 90 por ciento de los restaurantes está cerrando su servicio máximo a las 8 de la noche. Otros más como Palominos, Vicentillos, Restaurante IKU Culiacán, Dandy Experience Kitchen, Sushi Frida, y La Imaleña decidieron cerrar sus puertas ante la falta de clientela.
Las ventas cayeron en un 80 por ciento en relación al 2023.
Empresarios coinciden que en el daño económico es de 12 mil millones de pesos en la región del centro del Estado. Perdidas que crecen día a día.
Sin contemplar las pérdidas ocasionadas a quienes están en la informalidad.
El número no contempla a quienes están en la informalidad, ni las perdidas por robo, vandalismo o extorsión delitos que se han acrecentado en las últimas semanas en la ciudad.
Cuando empieza a mejorar la asistencia presencial a clases, nuevos hechos violentos provocan que de nuevo padres y madres de familia se nieguen a enviar a sus hijos e hijas a los planteles.
En cuanto cae la noche la ciudad se quede sola, vacía, las personas rezagadas apuran los pasos para tomar su camión e irse a refugiar a sus casas.
La soledad de la noche en Culiacán es un reflejo sombrío de la violencia que azota la ciudad.
Las calles, antes bulliciosas y alegres, ahora están marcadas por el miedo y la incertidumbre.
En cualquier momento las balas rompen el silencio de la noche, el fuerte sonido de las ráfagas pone en shock a las personas aun en la aparente seguridad del hogar.
Las calles de Culiacán, que alguna vez fueron escenario de risas y conversaciones, ahora son testigos de robos, asaltos y narcobloqueos.
La guerra interna del Cártel de Sinaloa hundió a la ciudad en una crisis sin fin, afectando no solo la seguridad, sino también la economía local.
Negocios cerrados, por falta de clientes, empleos perdidos, escuelas abandonadas y una sensación de desesperanza que se apoderó de la población.
La población está enojada ante la falta de eficacia del gobierno municipal, estatal y federal.
La policía municipal y tránsito está desactivada desde hace casi 30 días.
Policías Estatales están desplegados en la zona de conflicto sin resultados satisfactorios.
El gobierno federal tiene en Sinaloa más de 4 mil elementos del Ejército, fuerzas especiales, y Guardia Nacional, con helicópteros artillados, y unidades blindadas.
Aun así, la paz no llega a Culiacán.