La gripe aviar continúa su expansión, con recientes hallazgos de la infección por el virus H5N1 en varias especies de aves y mamíferos marinos en las regiones antártica y subantártica.
Un estudio publicado este martes en la revista Nature Communications revela la detección del virus en las islas Malvinas y Georgia del Sur, ubicadas al sudoeste de estas islas.
Investigadores británicos realizaron un extenso muestreo de fauna durante los veranos de 2022 y 2023. Su análisis identificó el H5N1 en aves como el págalo pardo, el albatros de ceja negra, el cormorán de Georgia del Sur y el charrán antártico. Además, el virus fue encontrado en mamíferos marinos como el elefante marino y los lobos marinos antárticos.
El estudio genético de las muestras sugiere que el virus llegó a estas remotas islas a través de especies migratorias procedentes de Sudamérica. Sin embargo, las dos especies de pingüinos más emblemáticas de la región, el pingüino rey y el pingüino roquero austral, no estaban infectadas durante el periodo de muestreo.
Los científicos alertan que estos hallazgos "demuestran la expansión geográfica del H5N1 y subrayan el potencial impacto ecológico y la amenaza que representa para la fauna salvaje en estos lugares remotos". La llegada del virus a la Antártida, conocida por su aislamiento respecto a muchas enfermedades infecciosas, marca un cambio significativo en la dinámica de su ecosistema.
La primera evidencia de la presencia del virus en la Antártida se comunicó en febrero pasado, cuando investigadores del Consejo Español de Investigaciones Científicas (CSIC) detectaron H5N1 en skuas cerca de la base antártica Primavera. En marzo, una expedición internacional a bordo del velero Australis continuó la búsqueda, y en julio se confirmó la presencia del virus en un elefante marino en la Isla Robert.
Más recientemente, un reanálisis de muestras recogidas durante la expedición reveló 14 nuevos casos de fauna infectada, incluyendo pingüinos, skuas, palomas antárticas y lobos marinos. Estos nuevos casos indican que la propagación del virus en la región austral es más extensa de lo previamente estimado, intensificando las preocupaciones sobre la salud de la fauna antártica.