A dos años de asumir el gobierno estatal, el panorama para Durango es complejo y diverso. El gobernador, quien tomó las riendas del estado con una deuda de 25 mil millones de pesos, enfrenta el reto de estabilizar las finanzas públicas y promover el desarrollo. La gestión de su antecesor, José Rosas Aispuro Torres, dejó un legado complicado, y los duranguenses aún sienten los efectos de esa administración.
En su recuento anual, el gobernador destacó la llegada de 31 nuevas empresas y la creación de 26 mil empleos. Sin embargo, las opiniones están divididas. Los críticos, principalmente la oposición, señalan que los logros económicos no son suficientes para enfrentar los desafíos que vienen, especialmente en un contexto donde la situación política y económica del país está en constante cambio.
Este año, además, ha estado marcado por las elecciones presidenciales y la reforma al Poder Judicial, temas que generan tensión tanto a nivel nacional como local. La creciente influencia de Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados, con 364 legisladores, ha generado preocupación por el equilibrio de poder, mientras que la oposición se ve limitada en su capacidad para contrarrestar estas medidas.
Para Durango, el reto principal será mantener las inversiones y asegurar que las nuevas empresas no solo lleguen, sino que se queden. La incertidumbre en los mercados es palpable, y tanto los inversionistas como los ciudadanos están a la expectativa de los próximos movimientos del gobierno estatal. Si bien se ha hecho un esfuerzo por impulsar el crecimiento, los próximos meses serán decisivos para evaluar si estas medidas tendrán un impacto duradero.