La violencia de género en espacios públicos sigue siendo un problema grave. Las mujeres enfrentan agresiones sexuales cotidianas, desde miradas intimidantes hasta roces inapropiados y comentarios lascivos, especialmente en el transporte público. Estas agresiones, que no requieren ningún tipo de "provocación", afectan profundamente a las víctimas. Las mujeres no solo enfrentan el daño emocional, sino que también pueden sufrir agresiones físicas e incluso amenazas a su integridad y vida.
La falta de protocolos de seguridad efectivos en autobuses y otros medios de transporte deja a las mujeres desprotegidas. Sin embargo, en lugar de priorizar soluciones, los liderazgos parecen centrados en intereses económicos, como la propuesta de eliminar la tarifa preferencial para estudiantes, adultos mayores y personas con discapacidad.
Nueve de cada diez mujeres en México han sido víctimas de violencia en el transporte público. El 76% reporta sentirse vulnerable al desplazarse, y en las principales ciudades del país, el 7% ha abandonado sus estudios o trabajo por miedo a ser agredida. Esta inseguridad impacta especialmente a las mujeres en edad escolar, donde el 22% usa el transporte público, porcentaje que aumenta al 26% al ingresar a la vida laboral.
La violencia en estos espacios no es un problema aislado. Refleja una estructura social que perpetúa la desigualdad de género y tolera comportamientos abusivos. Sin acciones claras y contundentes, el transporte público y otros espacios seguirán siendo entornos hostiles para las mujeres.
Es necesario que las autoridades implementen medidas concretas y efectivas que garanticen la seguridad de las mujeres en su tránsito diario. La sociedad también tiene la responsabilidad de contribuir a un cambio cultural que elimine la normalización de estas conductas.