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16 de Septiembre del 2024
Cultura

Arqueólogos encuentran juego mesoamericano en Campeche

Arqueólogos encuentran juego mesoamericano en Campeche

Durante las labores de salvamento arqueológico realizadas por la Secretaría de Cultura federal a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se recuperaron nueve patollis esgrafiados en el Frente 3 del Tramo 7 del Tren Maya.


El Patolli fue un juego de apuestas muy popular en Mesoamérica, practicado por los teotihuacanos, toltecas, mayas, aztecas y los pueblos que estos conquistaron. Los tableros para el juego se pintaban sobre esteras o se grababan en piedras y rocas. En los centros ceremoniales, estos tableros se colocaban orientados hacia los puntos cardinales. Aunque variaban en diseño y forma, su significado estaba relacionado con el calendario. Ejemplares de estos patollis han sido encontrados en la carretera libre a Chetumal, en la estructura T7-44279, cerca del poblado de Xpujil, en Campeche, con una antigüedad estimada de más de 1,000 años.

Felix Camacho Zamora, coordinador del Área de Conservación del Proyecto de Salvamento Arqueológico del Tren Maya, informó que los patollis fueron encontrados sobre una superficie de estuco de 11.3 metros de largo por 2.8 metros de ancho y estaban en mal estado de conservación. La mayoría de los patollis presentaba fracturas, disgregación, abrasión, pérdida de capas y agrietamiento del piso. Para su conservación, se realizaron medidas de preservación emergentes, como inyecciones de agua de cal para devolver la cohesión al estuco, aplicación de resanes y ribetes perimetrales.



Los jugadores de patolli solían llevar el tablero y los elementos del juego consigo a las fiestas, portándolos bajo el brazo. El dios azteca asociado con el patolli era Macuilxochitl, cuyo nombre significa "Cinco Flor". Esta deidad era venerada como el dios de la abundancia, la florescencia, el canto, la danza, las flores y la alegría, y se le invocaba antes de iniciar cada partida.


El patolli, cuyo nombre proviene del náhuatl y significa "frijoles", estaba relacionado con deidades, ofrendas, ritos religiosos y eventos calendáricos. Los patollis se usaban como dados en un juego ritual. Fernando Alemán Toscano, encargado del Laboratorio de Restauración del Tramo 3 del Tren Maya en Mérida, explicó que estos juegos eran fundamentales en la cultura mesoamericana.

Antes de la extracción de cada patolli, se realizó un exhaustivo registro gráfico, fotográfico y fotogramétrico para documentar su localización y estado de deterioro. El proceso de conservación incluyó el sellado y resane de fisuras y grietas, la aplicación de un velado de protección, y el seccionamiento y embalaje para su traslado al Laboratorio de Restauración de Chetumal.


Los aztecas apostaban: mantas, joyas, piedras, esclavos, incluso hasta su propia libertad. Los frailes españoles lo consideraron "El juego de los demonios" y lograron que se prohibiera.


El registro mostró una variedad de estilos en los patollis: dos circulares, cuatro cuadrados y otros con líneas difusas que impiden su identificación precisa. Actualmente, el Área de Conservación está trabajando en la estabilización de estos bienes patrimoniales, que permanecerán bajo resguardo hasta definir su destino final.

Alfredo Saucedo Zavala, arqueólogo encargado de la excavación, indicó que el conjunto ceremonial del que forman parte estos patollis presenta dos etapas constructivas. Los patollis probablemente pertenecen al Clásico Tardío (600-900 d.C.), aunque esta información será confirmada mediante análisis cerámico. Aldo Germán Dena Castro, jefe de campo del Frente 3, Tramo 7, destacó que la presencia en recintos cívicos de este juego, sugiere que estos espacios eran utilizados por personajes de alto rango, posiblemente para fines recreativos o ceremoniales, además de los discursos políticos.



Este juego, que podía ser jugado por 2, 3 o 4 personas, tenía como objetivo llevar las fichas hasta la meta, avanzando según el puntaje obtenido en los dados, o bien ganar todas las reservas de apuestas del oponente. Para alcanzar la meta, era necesario dar una vuelta completa a los cuatro brazos del tablero y llegar al punto de partida en las casillas centrales, o bien a la casilla anterior. Durante el juego, tanto los jugadores como los espectadores solían realizar apuestas sobre la captura de los contrarios, quién ganaría, entre otras cosas.






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