La arquitectura hostil es un concepto que ha ganado notoriedad en el diseño urbano contemporáneo debido a su enfoque en controlar, limitar y excluir a ciertos grupos de personas dentro de los espacios públicos. Este tipo de arquitectura se deriva de la filosofía de prevención del delito a través del diseño ambiental, cuyo objetivo es minimizar la criminalidad o proteger la propiedad mediante la implementación de estrategias como la vigilancia natural, el control de acceso y la aplicación territorial. Aunque la arquitectura hostil ha sido promovida por sus defensores como una medida eficaz para prevenir delitos, también ha generado controversia por su impacto en los derechos humanos, especialmente en lo que respecta a las personas en situación de calle.
Un claro ejemplo de estas prácticas urbanísticas incluye el uso de bancos individuales, que impiden que las personas se tumben, o pinchos en el suelo para evitar que los indigentes se refugien en ciertos lugares. También se encuentran estructuras como alféizares de ventanas inclinados y bolas de hormigón en áreas donde antes podían reunirse o descansar personas sin hogar. Estas medidas se implementan no solo en Durango, sino en varias partes del mundo, como una estrategia para evitar que los espacios públicos sean mal utilizados.
El dilema que presenta la arquitectura hostil radica en su justificación. Las autoridades argumentan que buscan proteger los espacios y prevenir delitos al evitar que las personas pernocten o realicen actividades no deseadas en ciertas áreas. Sin embargo, críticos del modelo señalan que estas prácticas no solo excluyen a las personas en situación de calle, sino que también vulneran sus derechos humanos al hacer imposible su uso de los espacios públicos para resguardarse o descansar. En vez de abordar la causa raíz del problema ?la falta de viviendas y servicios de apoyo?, la arquitectura hostil actúa como una solución superficial que no resuelve los desafíos sociales.
El número de personas en situación de calle ha ido en aumento en ciudades como Durango, a pesar de las declaraciones oficiales que sugieren lo contrario. Las personas que viven en las calles buscan lugares donde puedan sentirse seguras y protegerse del clima, pero con la proliferación de estos elementos hostiles en el diseño urbano, sus opciones se ven severamente limitadas.
Como alternativa a este enfoque, el diseño urbano inclusivo ha comenzado a ganar terreno. A diferencia de la arquitectura hostil, el diseño inclusivo busca crear espacios accesibles y acogedores para todas las personas, independientemente de sus circunstancias. Este enfoque se basa en la idea de que las ciudades deben adaptarse a las necesidades de sus habitantes en lugar de excluir a ciertos grupos. Además, el diseño sostenible y otras formas de urbanismo humano se están proponiendo como modelos que promueven la equidad y el bienestar social, creando ciudades más inclusivas y habitables para todos.