En la era digital, la salud visual de los niños se ha convertido en un tema de creciente preocupación que requiere atención urgente. La incorporación masiva de dispositivos digitales en la vida cotidiana, combinada con factores adicionales como el sedentarismo y hábitos alimenticios inadecuados, está contribuyendo al aumento significativo de problemas oculares en la población infantil. Esta tendencia, que afecta principalmente a niños en edad escolar, puede tener repercusiones a largo plazo si no se abordan de manera oportuna.
En México, un estimado de 3.5 millones de niños entre 6 y 14 años requieren algún tipo de corrección visual, lo que representa cerca del 25% de los estudiantes en edad escolar, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Este porcentaje refleja una preocupación creciente sobre el impacto que los trastornos visuales tienen en el desarrollo educativo de los niños, especialmente en lo que respecta al rendimiento académico y la calidad de vida. Sin embargo, muchas de estas condiciones visuales pasan desapercibidas hasta que los efectos se hacen más evidentes, lo que retrasa su diagnóstico y tratamiento.
Entre los problemas visuales más comunes en la población infantil mexicana se encuentran la miopía, el astigmatismo y, en menor medida, la hipermetropía. El aumento del tiempo de exposición a pantallas de dispositivos electrónicos ha generado un fenómeno denominado "fatiga visual digital", que se manifiesta en síntomas como dolor ocular, visión borrosa, dificultad para enfocar y dolor de cabeza. Estos trastornos se agravan cuando los niños no tienen acceso a un entorno adecuado para la corrección postural o a pausas regulares en el uso de tecnologías.
Las revisiones oculares periódicas son esenciales para la detección temprana de problemas visuales. Según la Fundación Mexicana de la Salud Visual, se recomienda que todos los niños sean evaluados con un examen ocular completo antes de ingresar a la escuela, y que se realicen revisiones cada dos años o con mayor frecuencia si se presentan síntomas que sugieran dificultades visuales. De no ser atendidos a tiempo, los trastornos visuales pueden afectar significativamente no solo la salud ocular, sino también el desarrollo académico y social de los menores.