La crisis en el campo se agrava con el paso del tiempo, y las esperanzas de una recuperación rápida se desvanecen. En Durango, la situación climática ha sido particularmente desafiante para los agricultores. De acuerdo con datos del INEGI, el 40% del territorio del estado presenta un clima seco y semiseco, mientras que el 34% tiene un clima templado subhúmedo. Solo el 14% del área cuenta con un clima muy seco, el 11% con un clima cálido subhúmedo y el restante 1% con un clima templado húmedo. Esta diversidad de climas afecta significativamente las prácticas agrícolas y la producción de cultivos.
Este año 2024, la llegada irregular y tardía de las lluvias ha exacerbado la crisis. Los agricultores se han visto obligados a adaptar sus métodos para manejar la escasez de agua y enfrentar los desafíos que surgen de las condiciones climáticas adversas. Las lluvias, que deberían haber llegado a tiempo para apoyar el crecimiento de los cultivos, han sido escasas y erráticas, haciendo que los productores tengan que improvisar y ajustar sus estrategias de siembra.
A pesar de los anuncios de apoyo al campo por parte de las autoridades, la realidad en los pueblos cercanos como Pilar de Zaragoza y Santiago Bayacora pinta un panorama desolador. Los productores se sienten abandonados y luchan por sobrevivir frente a las pérdidas acumuladas debido a la falta de apoyo efectivo y la escasez de lluvia. La falta de intervención y ayuda adecuada ha llevado a una sensación de desesperanza entre los agricultores que ven cómo sus esfuerzos no obtienen el respaldo necesario.
La cosecha de riego se ha convertido en la última esperanza para muchos agricultores. Aunque tampoco garantiza un resultado exitoso, al menos ofrece una probabilidad ligeramente mayor de éxito en comparación con las cosechas de temporal. Sin embargo, el panorama general sigue siendo sombrío para quienes dependen de las lluvias para sus cultivos.
La falta de lluvia, combinada con las plagas, ha puesto a los agricultores en una situación extremadamente difícil. La producción de cultivos se vuelve muy sensible a las fluctuaciones climáticas, y las plagas, influenciadas por las condiciones del clima, tienden a causar daños aún mayores. Las consecuencias de períodos prolongados de sequía no solo afectan la producción agrícola, sino que también agravan la seguridad alimentaria de las comunidades, aumentan la pobreza y pueden generar tensiones sociales adicionales.
En resumen, la crisis en el campo de Durango sigue empeorando debido a las condiciones climáticas desfavorables y la falta de apoyo adecuado. Los agricultores enfrentan un futuro incierto mientras intentan sobrellevar la situación con la esperanza de que la cosecha de riego pueda brindarles algo de alivio.