Joaquín González, de 55 años, fue un trabajador de seguridad privada hasta que un diagnóstico devastador cambió su vida, en noviembre del año pasado, comenzó a experimentar problemas para tragar y sensación de asfixia. A pesar de acudir al seguro social para realizarse estudios, no obtuvo un diagnóstico claro. Frustrado, pagó por estudios privados, donde finalmente le informaron que tenía cáncer de esófago. En febrero, sufrió dolores de cabeza intensos, y en mayo, fue hospitalizado debido a una metástasis que provocó un sangrado cerebral.
Durante su hospitalización de 17 días, se le colocó una sonda gástrica, pero el procedimiento no fue bien realizado, lo que provocó problemas con la bolsa de alimentación enteral. La atención médica fue errática; algunos médicos afirmaban que no tenía nada serio, mientras que otros expresaban que necesitaba una atención inmediata.
La familia González ha enfrentado una difícil situación económica, dependiendo del único ingreso de su hijo y la ayuda ocasional de vecinos y familiares. Joaquín, que debe usar bolsas de alimentación enteral en cada comida, ha tenido que reutilizar las bolsas de alimentación enteral debido a la falta de recursos.
A pesar de la situación crítica, con el cáncer invadiendo el 90% de su cuerpo, Joaquín espera comenzar la quimioterapia. La familia se encuentra en una situación desesperada, aferrándose a la esperanza de un milagro que pueda permitirle a Joaquín continuar con vida.