En México, el desperdicio alimentario alcanza cifras que desafían la imaginación: anualmente se desechan 800 mil toneladas de pan, suficientes para llenar el Estadio Azteca siete veces, y 250 mil toneladas de tomate, con las cuales podríamos construir diez torres del tamaño de la Torre Latinoamericana. Esta realidad contrasta drásticamente con la situación de miles de familias que enfrentan incertidumbre alimentaria, una paradoja que ha motivado la acción en Durango.
Manuel Bueno, Secretario General del Banco de Alimentos de Durango, destaca el grave contraste entre el exceso y la necesidad, en un país donde el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala a numerosos ciudadanos sin seguridad alimentaria. Frente a esta urgente necesidad, el Banco de Alimentos se erige como una luz de esperanza, con el objetivo de recuperar aquellos alimentos destinados al descarte.
Con la inauguración de su sede en Durango, el Banco de Alimentos se propone una meta ambiciosa: asistir a 50 mil personas en sus primeros cinco años de operación. Este esfuerzo, iniciado por la iniciativa privada, ahora reclama el apoyo legislativo para fortalecer su impacto a través de un marco legal adecuado.
Actualmente, apenas el 2% del total de alimentos desperdiciados y no comercializables por grandes cadenas es recuperado por el Banco, un porcentaje que, aunque pequeño, ya está marcando la diferencia en la vida de muchas familias. Estos alimentos, lejos de estar vencidos o en mal estado, simplemente no cumplen con los criterios de venta, y son ofrecidos a precios simbólicos a familias previamente evaluadas mediante estudios socioeconómicos y nutricionales. Una despensa que en las tiendas de autoservicio costaría 2 mil pesos ($2,000.00), las familias tendrían que pagar $200 (doscientos pesos), es decir, solo el 10%
Este innovador modelo no solo busca mitigar el hambre, sino también promover una alimentación saludable entre las poblaciones más vulnerables. Con la cooperación de corporaciones y productores, el Banco de Alimentos de Durango se posiciona como un ejemplo de cómo la solidaridad y la responsabilidad social pueden transformar el exceso en esperanza, alimentando a miles y combatiendo el desperdicio alimentario en una de las batallas más nobles de nuestra época.