María Medina, de 66 años, enfrenta una dura realidad en su vida diaria. Se dedica a la venta de semillas, cacahuates y servilletas de tela en los cruceros, las servilletas son tejidas por una de sus hijas, lo que le permite a María y a su hija generar algunos ingresos adicionales. Sin embargo, los días en que logran vender incluso una sola servilleta son escasos, y los ingresos que obtiene de su trabajo no son suficientes para cubrir sus necesidades básicas.
El problema más urgente de María es el estado de su vivienda. Su casa, en la que ha vivido durante años, se encuentra en condiciones críticas, el deterioro es tan avanzado que existe el riesgo de que el inmueble colapse en cualquier momento. Esta situación se suma a sus dificultades económicas y de salud. María vive sola y actualmente usa una andadera debido a una lesión en la cintura, lo que limita aún más sus capacidades para salir a trabajar.
De sus cuatro hijas, solo la que le proporciona las servilletas le brinda algún tipo de apoyo financiero, las otras tres hijas están enfrentando sus propios problemas económicos, que las colocan en una situación aún más precaria que la de María. Su único ingreso fijo es la pensión del bienestar, una cantidad que no alcanza para cubrir los gastos esenciales como alimentación, electricidad y agua.
María se encuentra en una situación desesperada, buscando ayuda urgente para reparar su vivienda. Ha luchado por mantener su hogar en pie a pesar de las adversidades, pero la necesidad de intervención externa es cada vez más urgente. La situación de María es un claro reflejo de los desafíos que enfrentan muchos adultos mayores en condiciones económicas difíciles, subrayando la necesidad de apoyo y soluciones efectivas para mejorar sus vidas.