Ángel Castrejón, de 78 años, se ha enfrentado a una vida llena de desafíos. Hace tres décadas, fue dado de baja del ejército tras ser diagnosticado con diabetes y cáncer de próstata. Su lucha no se detuvo ahí; Hace siete años, su esposa falleció de cáncer de mama, dejándolo solo con el recuerdo de quien fue el amor de su vida.
En su último empleo, un accidente le costó tres dedos de la mano derecha. Luego, una caída en bicicleta lo llevó al hospital por un dolor en el pie. Lo que parecía una lesión menor se convirtió en un grave problema cuando los médicos detectaron gangrena. Por negligencia médica, no solo le amputaron dos dedos, sino que perdió toda la pierna, comprometiendo su circulación.
En México, el porcentaje de adultos mayores en situación de pobreza es alarmante. Se estima que cerca del 47% de la población de 60 años o más vive en esta condición. En 2020, el 46,1% de las personas de 65 años o más tenían ingresos inferiores a la Línea de Pobreza por Ingresos (LPI). Ese mismo año, el 73% de los adultos mayores recibía algún tipo de pensión, ya sea contributiva, no contributiva o ambas.
Ángel reside en una casa prestada por sus suegros, quienes ya han fallecido. Comparte su hogar con su hija, madre soltera y sus tres nietas. La situación económica es crítica; su hija no recibe ningún tipo de apoyo, y las necesidades en casa se acumulan. A pesar de sus problemas de salud, entre ellos cataratas que requieren cirugía.
A pesar de las adversidades, Ángel se mantiene firme. Disfruta del tiempo con sus nietas y hace lo posible por ayudar a su familia con su pensión. Ha aprendido a vivir con las pérdidas y los retos que le ha presentado la vida, sin permitir que lo derroten. Su fortaleza radica en su determinación por seguir adelante y brindar lo mejor de sí a los suyos.