La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha comenzado a tener efectos económicos en México, especialmente en sectores como la construcción, que depende de maquinaria e insumos importados. El principal desafío para los constructores mexicanos no radica tanto en las políticas que pueda implementar el nuevo gobierno estadounidense, sino en el impacto del alza del dólar, que encarece sus operaciones.
Francisco Salazar, presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), explicó que el aumento en el costo del dólar afecta principalmente la adquisición de maquinaria pesada, la cual es necesaria para los proyectos y está cotizada en dólares. Esta situación genera incertidumbre en el sector, ya que los costos de operación aumentan considerablemente, afectando la competitividad de los constructores locales. Para muchos empresarios, esto significa la necesidad de ajustar sus presupuestos y buscar formas de hacer frente a la inflación de costos en un mercado ya retador.
Además del impacto económico, Salazar destacó la preocupación de los constructores en zonas limítrofes con Sinaloa debido a la creciente violencia. Aunque las empresas continúan sus proyectos en esta región, la inseguridad en las áreas cercanas ha generado inquietud entre los trabajadores y las compañías de construcción. Los constructores, señaló Salazar, solicitan que se refuerce la seguridad en estas áreas para que puedan continuar sus labores sin poner en riesgo la integridad de sus empleados.
La CMIC ha solicitado apoyo gubernamental para garantizar la seguridad en las zonas afectadas por la violencia y para mitigar el impacto del tipo de cambio en el sector. La combinación de estos factores plantea un panorama complejo para la industria de la construcción en México, que requiere tanto de estabilidad económica como de condiciones seguras para operar.