Los perros y los gatos tienen el oído más sensible que el humano, y puede llegar a escuchar sonidos casi imperceptibles para nosotros. De la misma manera, los fuertes ruidos pueden ocasionarles taquicardia, temor y hasta la muerte.
Debido a esto, muchos de ellos sufren ante los estruendos de los fuegos artificiales que se utilizan durante la temporada decembrina.