Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada día, un millón de personas en el mundo adquieren alguna enfermedad de transmisión sexual (ETS), muchas de ellas sin presentar síntomas iniciales. Entre las ETS más comunes se encuentran la clamidia, gonorrea, herpes genital, sífilis y el VIH, todas potencialmente contagiosas a través del contacto sexual, incluso en etapas asintomáticas.
México enfrenta un crecimiento alarmante en la incidencia de estas infecciones, situación que se torna aún más preocupante cuando involucra a menores de edad. Informes del Hospital Municipal del Niño indican la detección frecuente de casos con síntomas de ETS, muchos de los cuales son el resultado de abusos sexuales.
El Dr. Marco Antonio Aguilar, director del Hospital Municipal del Niño, enfatiza la importancia de un abordaje integral en estos casos. Se implementa un protocolo doble: uno médico, para el tratamiento de la enfermedad, y otro jurídico, para la protección y justicia del menor afectado. Datos de la Asociación de Pediatría revelan prevalencias de infección post-abuso sexual de menos del 1% para VIH y sífilis, y un 3.1% para VPH. Aunque estas cifras puedan parecer bajas, la gravedad reside en que dos de estas condiciones son incurables.
Más allá del tratamiento médico, el diagnóstico de una ETS en un niño que ha sufrido abuso sexual a menudo desencadena un profundo impacto psicológico, incluyendo depresión, lo que requiere un seguimiento cuidadoso de su salud mental. Este escenario resalta la necesidad urgente de medidas preventivas y educativas más efectivas para combatir la propagación de las ETS, así como de fortalecer los sistemas de apoyo y protección para los menores afectados.
La situación actual demanda una respuesta coordinada de las autoridades de salud, educación y justicia para abordar esta crisis sanitaria con la seriedad y el compromiso que merece. La protección de los más vulnerables y la prevención de nuevas infecciones deben ser una prioridad en la agenda de salud pública de México.