Andrés Sánchez, de 82 años y originario de San José del Molino, es un hombre que ha vivido la pobreza desde su infancia. Creció con carencias, en un entorno de pocas oportunidades, pero su determinación lo llevó a aprender ya luchar para salir adelante. Con el tiempo, logró establecer su propio campo, donde cultiva maíz, avena y sorgo, y mantiene ganado para garantizar su sustento. Aunque la vida le presentó dificultades, Andrés nunca se rindió, y su esfuerzo lo convirtió en un ejemplo de superación personal.
A sus 82 años, Andrés sigue trabajando en su campo y, más allá de sus propios logros, ha decidido compartir lo que ha conseguido. En la actualidad, brinda refugio y alimento a dos familias con hijos pequeños que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Para él, ayudar a los demás no es solo una forma de vivir, sino una manera de devolver lo que la vida le ha dado. La satisfacción de Andrés no se basa en lo que tiene, sino en lo que puede aportar a quienes más necesitan.
Su historia es un ejemplo de cómo el esfuerzo, la perseverancia y la empatía pueden transformar la vida de una persona, y cómo, incluso en una etapa avanzada de la vida, se puede seguir impactando positivamente a la comunidad. Andrés demuestra que, aunque se nace en circunstancias adversas, es posible superarlas y compartir el éxito con otros.
Este 13 de noviembre, Día de la Bondad, se destaca la importancia de los valores como la empatía y la solidaridad, especialmente hacia los más vulnerables. En un país donde 26,1 millones de personas viven en pobreza, pequeños actos de bondad pueden generar grandes cambios. Esta fecha nos invita a reflexionar sobre cómo un acto simple de generosidad puede marcar una diferencia significativa en la vida de aquellos.