Gregoria Quintero, de 78 años, emigró a la ciudad desde Tayoltita hace cuatro años, con la esperanza de mejorar su situación, antes de la pandemia, Gregoria trabajó como empleada doméstica durante 38 años, período en el cual no recibió prestaciones legales. Esta falta de seguridad social le afecta ahora, ya que enfrenta una crisis económica significativa. Su única fuente de ingreso es la venta de dulces, una actividad que ha sido insuficiente para cubrir sus necesidades básicas.
La llegada del COVID-19 y el cambio a la ciudad no han sido favorables para Gregoria. La venta de dulces ha disminuido drásticamente, y en ocasiones no logra vender nada durante todo el día. Las festividades como la Feria y el regreso a clases, que en teoría podrían aumentar las ventas, no han tenido el impacto esperado en su negocio, gregoria se encuentra en una situación de soledad absoluta, sin esposo ni hijos que la respalden.
Se encuentra en una situación aún más crítica debido a problemas de salud, Gregoria padece de desgaste óseo, y el costo de su medicación, que asciende a 300 pesos cada 20 días, representa una carga económica considerable. La falta de recursos para invertir en su negocio agrava su situación, y ella solicita el apoyo de la comunidad para que compren en su local.
Actualmente, Gregoria reside en la calle 2 de mayo #101, en la colonia Miguel de la Madrid. Su historia es un reflejo de las dificultades que enfrentan muchos adultos mayores sin una red de apoyo, destacando la urgencia de la solidaridad comunitaria en tiempos de crisis económica.